No era la primera vez que la chef de raíces italianas, Lidia Bastianich, daba de comer a un Papa. En 2008, durante la visita de Benedicto XVI a Nueva York cocinó para él y en septiembre de 2015 entró de nuevo a la cocina acompañada de Felidia Fortunato, Beco William, Joe y Tanya Bastianich, Angelo Vivolo, y Frank Vivolo para preparar la comida del Papa Francisco.

“Angelo Vivolo, del Grupo de Restaurantes Vivolo en Manhattan y yo, hemos cocinado para muchos eventos en las Naciones Unidas por más de 30 años, así fue cómo conocimos a integrantes del nuncio del Vaticano y nos hicimos amigos, por eso nos escogieron para alimentar a Benedicto y bueno tuvimos la fortuna de repetir esta experiencia ahora para el Papa Francisco”, relató Lidia Bastianich a EL UNIVERSAL.

Como refugiada en Estados Unidos, Lidia afirmó que fue un honor servir a dos personas tan especiales, no sólo por ser católica y contó: “Cuando llegué a este país en 1958, de la Yugoslavia comunista, fui atendida por los Servicios de Auxilio Católicos. Ellos me ayudaron a iniciar una vida en América, por eso fue un orgullo para mí, poder devolver un poco a través de lo que más amo en esta tierra: la comida y mi familia”.

Cuando Bastianich supo que Francisco prefería los platos sencillos y ligeros decidió junto con su equipo servir un róbalo que fue pescado en las cercanías de Long Island, aperitivos tradicionales que se elaboraron con productos que crecieron en el jardín de la casa de Lidia y los vinos provenían de la bodega Bastianich en Friuli, Italia.

“Sabíamos que teníamos que servir sopa, porque cuando uno viaja siempre es reconfortante tomar una sopa, también nos alegró la idea de usar ingredientes frescos de la zona, como el pescado de Long Island y me encantó recoger zanahorias, remolachas, tomates y hierbas de mi propia huerta”, contó la chef.

Un espresso con Jorge Bergoglio

Después de servir el almuerzo, el equipo de Lidia Bastianich y Angelo Vivolo comenzaron a limpiar la cocina, estaban exhaustos y a la vez contentos porque el Sumo Pontífice alabó su comida. Inesperadamente personal de seguridad del Vaticano, entró a la cocina y dijo que el Papa se acercaría.

“Nos tomó por sorpresa, entró a nuestra cocina y muy humilde preguntó si podía unirse a nosotros y tomar un café. Estábamos aturdidos pero fue una experiencia hermosa e increíble que nunca olvidaré. Él tenía su café y quiso saber acerca de cada uno de nosotros”, afirmó Lidia Bastianich.

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