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La imagen no es común. Un hombre polaco frente a un menú compuesto por carnitas, chicharrón, quesadillas, guacamole, consomé de pavo, arroz a la mexicana. Menos común fueque se tratara del Papa Juan Pablo II, que el 27 de enero de 1979 degustó como plato principal: carne asada a la tampiqueña, y de postre; ate con queso y café de olla.

Ese día no sólo fue vibrante por tratarse de la primera visita que realizó Su Santidad a territorio mexicano. Fue memorable porque durante la comida organizada en su honor, por monseñor Guillermo Shulenburg, entonces Abad de la Basílica de Guadalupe, el Papa Viajero bendijo el taquito mexicano, ante dos mil comensales.

Rafael Guillén, dueño del restaurante taurino El Taquito, narra a EL UNIVERSAL que ese día Juan Pablo II probó un poco de todo, “nos sorprendió, porque probó el taco de carnitas, muy poquito, porque él estaba acostumbrado a otro tipo de comida, y cariñosamente tomó el taco y lo bendijo como El Taquito”.

La invitación

Durante una comida de monseñor Shulenburg en el restaurante taurino El Taquito, ubicado en la zona centro de la Ciudad de México, se gestó la decisión de invitar a México a Juan Pablo II, luego de que éste asumiera el cargo en octubre de 1978, tras el fallecimiento de Albino Luciani (Juan Pablo I),

En el libro “El Taquito, una historia que contar”, Rafael Guillén Hernández, cuenta que el encargado de llevar la invitación al sumo pontífice estuvo a cargo del sacerdote Del Águila, quien se encontraba en el restaurante en el momento en el que se le encomendó tal misión. Para lo cual invitó a Don Rafael Guillén para que lo acompañara al Vaticano, sin embargo por necesidades del establecimiento, éste se negó, pero en tono de broma, le dijo al cura que podía llevarse a sus hijos, y el padre aceptó con gusto.

Al viaje asistió Marcos Guillén, con su amigo Antonio Aceves, y el sacerdote Del Águila, en representación de la máxima autoridad de la Iglesia Mexicana. Instalados en el avión, el cura sacó un pergamino de un pequeño tubo, al desenrollarlo se podía leer que el pueblo mexicano a través de sus representantes de la Iglesia, le extendían una cordial invitación a Karol Wojtyla para que pisara tierras aztecas.

Por qué El Taquito

A finales de diciembre de 1978 aún no se sabía quiénes prepararían los alimentos para la visita del Papa Juan Pablo II. Las autoridades eclesiásticas estaban en búsqueda del sitio idóneo. En la lista había prestigiosos restaurantes, incluso, chefs extranjeros que preparaban comida mexicana. Pero fue el 28 de diciembre, cuando el señor Guillén recibió una llamada inesperada que, por fortuna, no se trató de una broma del día de los santos inocentes. Ese día Monseñor Shulenburg decidió que ellos serían los encargados de servir de comer al Papa Juan Pablo II durante la visita que éste haría en enero de l979.

Al respecto, Rafael Guillén, cuenta que “en aquellos años, nos platicaba mi papá, que monseñor Shulenburg, que era cliente muy frecuente de aquí, le preguntó si le gustaría darle de comer a su santidad. Mi papá aceptó muy gustoso, la comida era para unas 200 personas, se sirvió en la Basílica de Guadalupe”.

El gran día

En El Taquito se vivía un ambiente festivo y de júbilo por la misión de cocinar a Juan Pablo II, todos querían ser parte de tal evento. Para la realización de este banquete participaron cerca de 30 empleados, “recuerdo que la cocinera, estaba muy emocionada y nerviosa a la vez, pues todo tenía que quedar a la perfección, ese día fue de mucho movimiento, pero todos estaban entusiasmados”, detalló Rafael Guillén.

Aquel 27 de enero, más de la mitad de los trabajadores de El Taquito, se trasladaron a la Basílica de Guadalupe. Con ellos llevaron los platillos que habían preparado en el restaurante, también los acompañaban estufas portátiles donde calentarían los alimentos para el Papa Viajero.

Al evento asistieron don Rafael Guillén con su esposa y algunos familiares, los demás trabajadores se quedaron en el restaurante, con la alegría de haber sido partícipes de un acontecimiento de tal magnitud y con la esperanza de que la comida mexicana fuera del agrado del Papa. Estos recuerdos llenan de alegría a “El Taquito”.

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