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pierre.rene@eluniversal.com.mx
México ha gastado en los últimos años más de 20 mil millones de dólares para la importación de alimentos debido a que la producción nacional no es suficiente para atender el consumo actual de productos agrícolas en el país. El gobierno se ha enfocado en comprarlos en el extranjero debido a que los precios son más bajos en lugar de incentivar al sector.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Isidro Pedraza Chávez, quien preside la Comisión de Autosuficiencia Alimentaria del Senado de la República, dijo que presentó una propuesta de Ley Nacional de Planeación y Seguridad Alimentaria para sustituir la importación de alimentos e incentivar la producción local, lo que permitiría generar autosuficiencia en el país, lograr excedentes para la comercialización y mejorar las condiciones de vida de los productores agrícolas.
La situación será cada vez más problemática con el cambio climático, que también afecta la producción de alimentos a nivel mundial, por lo que México se tiene que preparar para ser autosuficiente y garantizar la seguridad alimentaria nacional.
El senador perredista pide también a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y la Secretaría de Salud (Ssa) que presenten una política de etiquetado de los productos transgénicos provenientes del extranjero —cuya producción está por el momento prohibida en el país—, para que la gente sepa los riesgos que pueden existir para la salud al comerlos.
¿Cómo está la situación de los transgénicos en el país?
—Actualmente la legislación no permite la siembra de transgénicos. Hay un protocolo que se está haciendo en el que la Secretaría de Agricultura ha ido autorizando algunos productos en el país para la siembra de transgénicos, particularmente de maíz, y ha habido un gran rechazo de diversos sectores que consideran que no es correcto que se pueda liberalizar esta siembra en México. Incluso, se están pidiendo informes sobre los impactos ecológicos y a la salud en estas partes del país en las que se está haciendo, como es el caso de Tamaulipas, Sinaloa y Sonora.
¿Cuáles son los impactos?
—Hay diversos enfoques y estudios realizados que hablan que los transgénicos afectan el medio ambiente y en el proceso de la polinización van afectando a otras plantas nativas y distorcionan el ADN de las plantas. En el consumo humano, se ha demostrado en algunos casos que son portadores de cáncer. Eso es lo que más ha alertado, aunque hay otros estudios que dicen que no es cierto. Cuando se trata de preservar la salud, la gente se cierra.
En México lo que más tenemos es una gran variedad de maíces criollos, autóctonos, originales, que hacen que no tengamos ninguna necesidad de sembrar transgénicos.
Lo que se necesita es impulsar las diferentes semillas indígenas y eso va a generar que tengamos nosotros una mayor riqueza cultural y de variedad vegetal en nuestro país. Lo otro también se aprecia como un negocio de las grandes cadenas, en términos de que ellos tienen registradas y patentadas varias semillas y que, a la larga, van a cobrar por el uso de estas patentes. Eso va contra el productor mexicano.
¿Qué se está haciendo para resolver esta situación?
—Logré establecer una discusión en el Senado con el tema de los transgénicos y los propios promotores no llegaron para hacer la defensa. Queremos abrir la discusión del tema, como pasó con la marihuana. Siempre ha sido señalando lo nocivo y los riesgos, pero finalmente la Suprema Corte dijo que se podía usar con fines recreativos y permitir a cuatro personas el uso.
En el caso de los transgénicos, he sido una de las personas que han procurado que se diera el debate porque debemos de empezar a desatanizar temas y verlos de manera directa y, si tiene contrarios y beneficios, aplicar la parte de las ventajas.
La Suprema Corte presentó recientemente un amparo contra Monsanto para impedir la siembra de soya transgénica. ¿Qué opera en contra de Monsanto?
—A nivel mundial, Monsanto ha sido caracterizado como un agente nocivo que ha afectado la salud de muchos productores. En México, particularmente, debe haber unos sectores que han establecido cruzadas en contra de ellos por lo perniciosos que ha resultado el uso de productos, insecticidas y pesticidas que han afectado el desarrollo de poblaciones como en Sonora y Sinaloa, donde se han presentado demandas en contra de Monsanto.
¿Qué hace México para proteger sus alimentos?
—Tenemos unas normas muy laxas que permiten que comamos cualquier porquería y hay una norma en la Secretaría de Salud en donde nos obligan a tener los máximos cuidados, inocuidad que hace que en ciertos sectores de exportaciones sí cumplimos con la norma. Pero a partir de que importamos se relaja la norma y no se cuida el tema de la salud. Lo que vimos en el Senado es que vamos a empezar la consulta para proponer una ley que nos permita controlar estos temas en el interior del país. Tenemos pláticas con la Sagarpa y la Secretaría de Salud sobre estos temas.
Usted que está trabajando en el tema del desarrollo rural y de la seguridad alimentaria, ¿cómo va México en el tema de la autosuficiencia en esta materia?
—En la Comisión de Autosuficiencia Alimentaria del Senado hemos estado tratando de impulsar una política que nos garantice la sustitución de importaciones de alimentos. Hay un tema de soberanía y seguridad alimentarias. Nosotros estamos hablando de un tema intermediario que es la autosuficiencia alimentaria. Tenemos que aspirar a ser capaces de producir lo que consumimos. En el plan de desarrollo del gobierno federal para el año 2018 se establece que vamos a importar 65% de alimentos. En los últimos años hemos gastado más de 20 mil millones de dólares en la compra de granos y alimentos y esto es un problema de sangrado permanente de las finanzas públicas, por lo que debemos de apoyar más el financiamiento de la producción alimentaria y controlar la compra de alimentos en el exterior.
Con el presidente Carlos Salinas de Gortari se estableció una política de compra de alimentos fuera del país porque eran más baratos en el exterior que producirlos dentro, pero con el paso del tiempo el fenómeno del cambio climático, el desarrollo de intereses de Monsanto, DuPont y todas esas empresas que se dedican a la especulación de alimentos en el mundo han ido incrementando los precios de los alimentos y de los granos. Cada vez le cuesta más caro al gobierno importar alimentos y por eso estamos peleando por una política que sustituya la importación.
¿Existe en el país un sistema de protección alimentaria?
—Tenemos que crear eso. Tengo presentada una iniciativa de la Ley Nacional de Planeación y Seguridad Alimentaria porque no podemos seguir a la deriva en el tema. No tenemos ni virtual ni físicamente una reserva de alimentos. Deberíamos de avanzar en ello, para saber, por ejemplo, que Sinaloa, Yucatán y Chiapas tienen unos granos y que si se requiere puedes mover los productos para resolver emergencias y contingencias en el país.
Esa ley nos tiene que garantizar una política de financiamiento al sector rural para poder implementar mecanismos de producción de alimentos que nos ayuden a sustituir las importaciones. Está demostrado que cuando los productores se pusieron a sembrar lo que consumían sus condiciones de vida mejoran significativamente porque en algunas ocasiones tuvieron suficientes alimentos para comercializarlos. Si lográramos solamente resolver el problema del autoconsumo tendríamos la oportunidad de lograr a corto plazo excedentes para la comercialización y mejorar las condiciones de vida de los productores.
Tenemos que caminar también en la ruta de la industrialización y para eso requerimos la mezcla de recursos en lo que tiene que ver con la investigación en la producción de alimentos, la transparencia tecnológica y el financiamiento para el productor, que se establezcan zonas estratégicas de desarrollo para la producción de alimentos en función de la vocación productiva de la tierra. Eso nos daría una pauta hacia adelante. Lo estoy proponiendo en la ley que presentamos el año pasado y que aún no discutimos, aunque hay una propuesta para garantizar la seguridad alimentaria en el país.
Sobre el etiquetado de los transgénicos, ¿qué hay al respecto?
—Se ha subido a la tribuna el señalamiento sobre el tema. Yo mismo propuse un punto de acuerdo donde la Sagarpa, a través de la Secretaría de Salud, podría identificar y señalar precisamente qué productos transgénicos estamos importando, como los duraznos, las manzanas y muchas frutas que comemos. Tienen que estar identificados para que la gente sepa el riesgo que es consumir estos productos.
¿No se pueden identificar estos productos actualmente?
—No. No están identificados ni etiquetados. Llegas y las manzanas rojitas que vienen de Washington son transgénicas. La uva también, el arroz. Son muchos productos transgénicos. No están etiquetados. Estamos pidiendo al gobierno federal que haga algo en eso.
¿Qué se puede hacer para proteger más los recursos naturales?
—Esa es otra irresponsabilidad. Propusimos, a partir de que establecimos contacto con la sociedad y varios investigadores, una Ley Nacional de Agua, porque en el futuro el tema esencial para la agricultura del país y del planeta es el agua. Se necesita una ley que nos permita la sustentabilidad de este recurso, que le demos privilegio a la producción de alimentos, no a la producción de energéticos, y que se regulen los volúmenes como ahora están trabajando para que podamos garantizar que el agua sea útil en el corto y largo plazos. Hay una iniciativa de ley presentada en ese sentido, pero no ha habido oportunidad de que prospere porque el gobierno tiene otras necesidades en la Cámara de Diputados. El enfoque del gobierno es darle al agua un uso industrial, preferentemente garantizarle a cada mexicano un derecho con 50 metros cúbicos al año. De esta manera no podremos avalar una ley en este sentido.
Tenemos que ver que en el tema del fracking el gobierno quiere dar concesiones para sacar el gas, lo que preocupa es la contaminación del agua y del subsuelo, que podría afectar muchas partes del territorio nacional. En cuanto al cambio climático, hay que tomar acciones para evitar este tipo de condiciones, pues estamos en el campo.