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El cadete Carlos Ortiz dice que cuando podía observar las estrellas en la Ciudad de México, siempre le preguntaba a sus padres cómo se llamaba cada una y para qué servía. Esos conocimientos fue la semilla para que hoy su formación esté enfocada a conocer a detalle cómo navegar una de las embarcaciones de la Secretaría de Marina (Semar).
En el 75 aniversario del Día de la Marina en México, tres generaciones de las Fuerzas Armadas relatan a EL UNIVERSAL qué fue lo que los impulsó a dedicar su vida al resguardo de los 2 millones 715 mil kilómetros de litoral mexicano. “La clase que más me gusta en la Heroica Escuela Naval es la de astronomía. Cuando era niño siempre me subía a la azotea y me ponía a buscarle figura a las estrellas y lo que éstas significaban. Creo que las estrellas sin saberlo marcaban mi destino para que fuera marino”.
En el último semestre de bachillerato, el joven tuvo que definir qué quería estudiar y recordó un comercial de la Secretaría de Marina que le llamó la atención, lo que lo llevó a buscar más información acerca de cómo ser marino.
A partir de 1942 el festejo sirve además, para homenajear a las tripulaciones de los buques tanques mexicanos Potrero del Llano y Faja de Oro que fueron torpedeados y hundidos por submarinos alemanes los días 13 y 20 de mayo de ese mismo año durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1970, Mario Alberto Gasque Peña supo que esa bola negra en el sorteo del Servicio Militar Nacional le cambió la vida, porque decidió incorporarse a las Fuerzas Armadas.
Gasque Peña, quien actualmente es vicealmirante en retiro, recuerda: “Estudiaba en la Escuela de Arquitectura e Ingeniería del Instituto Politécnico Nacional (IPN) e hice mi Servicio Militar Nacional dentro de la Semar. Eso cambió el curso de mi vida”.
Al realizar el servicio militar con la Marina, los jóvenes de su generación tuvieron la oportunidad de subirse a un buque, algo que maravilló al entonces joven de 17 años: “Ese momento en que estuvimos en el buque y navegamos por el océano Pacífico, hizo que me enamorara de la vida a bordo. Ver el mar, la vida dentro del barco y todo lo relacionado con el mar”.
El vicealmirante retirado afirma que lo primero que hizo al regresar a la Ciudad de México de ese viaje fue avisarle a su familia que suspendería sus estudios en el IPN para ingresar a la Heroica Escuela Naval en Antón Lizardo, Veracruz.
“Mi padre no quiso en un principio que ingresara a esa escuela porque quería que terminara mis estudios en el Poli, pero al final mi poder de convencimiento hizo que autorizara el que pudiera ingresar a la institución”, comenta.
El pasado 1 de enero, el vicealmirante Mario Alberto Gasque Peña se retiró de sus funciones como marino y ahora disfruta el tiempo con su familia.
“El primer día del año me tocó decir: ‘¡Misión Cumplida!’”, ahora es tiempo de que otros navegantes que nos van siguiendo las aguas continúen en el labor en la que otros nos retiramos”.
La inspiración. Es el mismo sentimiento el que se generó en Pedro Mata, cuando aún era niño y ayudaba en el restaurante que tenía su abuela en San Miguel Allende, Guanajuato.
El ahora capitán de navío Pedro Mata Cervantes se entretenía con las historias que le contaba un veterano militar que perteneció al histórico Escuadrón 201, el cual participó en la Segunda Guerra Mundial, y esto lo motivó a interesarse en todo lo relacionado a la Marina. “Además de lo que me platicaba el veterano del Escuadrón 201, en la escuela, en la clase de geografía nos hacían aprendernos las capitales de todos los países, y eso a mí me interesó mucho, aparte de conocer sus capitales y banderas, quería visitarlas, conocer todos los países”, comenta.
A partir de esos episodios, supo que dedicaría su vida a la Marina, por lo que cuando llegó el momento de informarles a sus padres su deseo de ir a Veracruz para entrar a la Heroica Escuela Naval, éstos se negaron a apoyarlo, “pero finalmente pudo más el tesón y el anhelo de ingresar a esa institución”, indica.
El capitán recuerda que cuando vio por primera vez las instalaciones de la Escuela Naval, lo dejaron impactado.
Años después, Mata Cervantes logró lo que todo marino sueña: ser comandante del barco insignia de la Marina, el Buque Escuela Cuauhtémoc.
Ahora como integrante del Instituto de Investigación Estratégica de la Semar, asegura que “ahora todo mundo sabe que tiene una Secretaría de Marina, por lo que tenemos una mayor responsabilidad”.