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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
La población de esta localidad del municipio de Quecholac está en alerta desde hace tres días.
El ambiente es de incertidumbre luego del enfrentamiento entre hombres armados y elementos del Ejército mexicano. Es zona del llamado Triángulo Rojo, donde los huachicoleros ordeñan ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), una actividad de la que obtienen grandes ganancias.
Los pobladores aseguran ser campesinos y que no forman parte de las organizaciones de chupaductos.
Habitantes del lugar comentan que el pasado miércoles todo fue confusión aquella tarde-noche, y ahora piden la llegada de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), pero antes advierten que el pueblo está indignado y molesto.
“¡Palmarito está de luto!”, se lee en una pancarta a la entrada de la iglesia Jesús de las Maravillas.
A unas calles de ahí, la señora Guadalupe, de 106 años, mira fijamente el ataúd en espera de darle sepultura a su hija Felipa.
En una casa con techo de lámina también está Sofía, quien es hermana de la difunta.
Ahora le preocupa su sobrino Luis Armando, quien no tendrá ahora a alguien cercano que lo cuide de las convulsiones que padece.
“¡No somos delincuentes! ¡Vea cómo vivimos!”, dice Sofía.
El pueblo de Palmarito Tochapan está enfurecido. “¡Queremos paz, queremos paz!”, dicen sus habitantes.
Desean estar seguros con su vida en el campo, en la cosecha, que es su sustento, asegura Sofía.
Personas que viven aquí se deslindan por completo de los grupos armados y de los chupaductos.
“Si fuéramos de esos, no viviríamos así”, insiste Sofía mientras sus hijos se observan cristalinos y su nariz roja de tanto llorar.
Desaparecidos. Lucía Briones comenta que su hermano Manuel, de 20 años, está desaparecido desde el miércoles 3 de mayo, la noche en que hubo muertos de los dos lados: del Ejército y pobladores.
Ana también busca a su esposo. Relata que esa noche salía junto con su marido, Mauricio Domínguez, y sus tres hijos de un jaripeo, muy cerca de la comunidad de Palmarito. Era la fiesta del Barrio de las Cruces. Pero a su esposo lo detuvieron y ya no supo más de él.
Las actividades en el poblado cambiaron por completo desde el miércoles, no hay clases en las escuelas y al alcalde no lo han visto.
Los pobladores están dispuestos a sentarse con las autoridades para decirles que ellos son sólo campesinos. No quieren otro miércoles 3.