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Los baby boomers, quienes son la población que nació entre 1945 y 1965, tienen cinco veces más probabilidades de padecer hepatitis C, puesto que pudieron contraer la enfermedad en las décadas de los 70 y 80.
Enrique Wolpert Barraza, presidente del Comité Científico de la Fundación Mexicana para la Salud Hepática (FundHepa), detalló que “la mayoría de baby boomers pudieron contagiarse del virus de la hepatitis C (VHC), a través del contacto con sangre contaminada y productos no esterilizados antes de que comenzara la prueba de detección generalizada del suministro de sangre en 1992”.
De acuerdo con el Centers for Disease Control and Prevention (CDC), tres de cada cuatro personas con hepatitis C pertenecen a esta generación y pueden vivir con la enfermedad sin saberlo, puesto que tarda hasta 20 años en manifestarse.
La hepatitis C es una infección viral del hígado que se replica preferentemente en los hepatocitos y que al no ser directamente citopático, se asocia a una infección persistente.
Esta enfermedad constituye un grave problema de salud pública que requiere atención prioritaria en el ámbito nacional e internacional.
Al respecto, el Centers for Disease Control and Prevention refiere que la hepatitis C, debido a sus complicaciones como la cirrosis o el cáncer de hígado, es una de las causas principales de trasplante de ese órgano.
Recomienda que la prueba de escrutinio en la sangre se realice en toda la población, especialmente, a la generación de baby boomers.
En México, el primer antiviral libre de interferón aprobado por la Cofepris en mayo de 2015 tiene una efectividad de cura de hasta 100% con una duración de tratamiento de 12 o 24 semanas.
El especialista Enrique Wolpert destacó la importancia del diagnóstico oportuno de la hepatitis C, puesto que “los pacientes tratados a tiempo han encontrado una esperanza y mejorado considerablemente su calidad de vida, una vez que han logrado la cura virológica”.
La prueba para el VHC es un procedimiento sencillo de toma de sangre que puede salvar vidas. De acuerdo con la OMS, el diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección y también la transmisión del virus, por ello recomienda el cribado en personas que corran un alto riesgo de infección.
Estos grupos son los consumidores de drogas inyectables, de drogas por vía intranasal, los receptores de productos sanguíneos infectados y los pacientes sometidos a intervenciones invasivas en centros sanitarios cuyas prácticas de control de la infección son inapropiadas, así como los niños nacidos de madres infectadas por el VHC, personas cuyas parejas sexuales están infectadas por el VHC, población contagiada por el VIH, reclusos o ex reclusos, y personas que hayan tenido tatuajes o perforaciones ornamentales (piercings).