Juan (nombre ficticio) se prepara para ir a la escuela. Su tía está lista para llevarlo a un plantel del estado de Morelos, como lo hacía frecuentemente.

Un día más para estudiar, ser un profesional y ofrecerle una mejor vida a su familia. Todo quedó sepultado.

Ese día la tía de Juan lo dejó en el plantel. Horas después recibió una llamada, la que nadie quiere escuchar en la vida.

“Secuestramos a tu familiar”, les dijo una voz intimidante.

De inmediato se apoyaron con la Unidad Antisecuestro que encabeza la fiscal Adriana Pineda Fernández.

Nueve días de angustia, de negociación con delincuentes que no tienen palabra.

Se analizó la situación. Nueve días de negociación sin que los delincuentes dieran pruebas de vida; sin embargo, no se perdió la esperanza de recuperarlo con vida.

Era el momento de realizar el operativo con el equipo especial antisecuestros para rescatar a Juan y detener a sus plagiarios, pero ellos le habían arrebatado la vida al joven que estaba a punto de entrar a la preparatoria.

“No supimos de él por nueve días. Lo encontramos lamentablemente sin vida”, señalan los familiares.

“Hubo comunicación con los secuestradores, negociación, pero nunca nos dieron prueba de vida”, menciona con voz tímida.

El día del rescate se hizo un operativo, agarraron a dos personas y dijeron lo que le habían hecho.

“Es lo peor que le puede pasar a alguien y más que se los entreguen sin vida. ¿Por qué lo hicieron?, nunca les hizo nada. Mil veces me lo pregunto ¿por qué a él? Quería darle mejor vida a su familia, pero todo se terminó”.

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