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En la sierra de Santa Catarina, a orilla de los cerros desgajados por la explotación de minas de arena roja, está la colonia Tenorios, zona marginada de Iztapalapa a la que sólo suben quienes viven ahí o tienen necesidad de hacerlo, como repartidores o los que tienen cuentas pendientes con la justicia.

Es por eso que José Luis Abarca Velázquez, el ex presidente municipal de Iguala, y su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, decidieron esconderse ahí cuando salieron huyendo de Guerrero. La Procuraduría General de la República los vinculó con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y la madrugada del 4 de noviembre de 2014 elementos de la Policía Federal los sacaron del inmueble ubicado en Cedro 50.

En ese lugar, donde la pareja disfrutó de sus últimos días de libertad, ahora no hay nada. La casa asegurada por estar relacionada con una investigación judicial mantiene los sellos de la averiguación previa PGR/SEIDO/UEIDMS/888/2014 en los principales accesos.

Están amarillentos por el sol, se despegan y en la puerta peatonal de color rosa alguien puso una cadena con candado. El brillo del acero contrasta con el resto de la fachada deteriorada, los barrotes de las ventanas tienen óxido y la pintura lila de la pared está decolorada.

Aunque la mayoría de las bardas en la zona están grafiteadas, nadie se ha acercado a esta vivienda de dos niveles para vandalizar, pero tampoco para retirar la basura que atrae a las moscas en la banqueta. El follaje, las ramas secas y los árboles que hay en dos jardineras, pintadas con los mismos colores rosa y lila de la casa, cubren la fachada casi por completo.

No se puede ver al interior, apenas se distingue por una rendija del zahuán que la puerta interior para entrar a la casa se quedó abierta de par en par. En el techo las láminas traslúcidas color verde están rotas. El foco de la entrada está encendido.

Un niño con sobrepeso sale de una casa cercana, pero al ver a extraños regresa corriendo. Una señora apresura el paso para llegar a su casa, abre y cierra de un golpe la puerta de metal.

En esa colonia muchos se conocen e identifican fácilmente a los extraños porque no hay nada que ir a hacer ahí, entre espacios cerrados y empinados que recuerdan los ángulos de Guanajuato.

En lo alto no hay grandes tiendas ni supermercados, tampoco empresas ni oficinas; hay tienditas tras las rejas o la puerta de una casa. Hasta la tortillería tiene protecciones de herrería.

No se mira una patrulla, sí un poste muy alto con videocámara y botón de emergencia conectado al C4 del Gobierno de la Ciudad de México, que está a casi 100 metros de la casa donde vivió el matrimonio Abarca.

La pesera sólo transita por la avenida principal, sube y baja; también tiene protecciones de herrería en la cabina que aislan al chofer durante los asaltos. En esa colonia la mayoría de los vecinos viven tras las rejas por la inseguridad, como los Abarca, sólo que él está en el Cefereso de El Altiplano, y su esposa en El Rincón, en Tepic, Nayarit.

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