“La encontraron el lunes en la mañana, en las inmediaciones de Tláhuac y la barda que divide el perímetro de Xochimilco. La habían aventado ahí entre la maleza, llevaba la ropa rota, una bolsa de Walmart en la cabeza —con un cordón de rafia verde en el cuello— y estaba bañada de impermeabilizante”, recuerda Pilar Garrido con la mirada perdida. Las autoridades hallaron el cuerpo de su sobrina, Niza Fernanda —quien en realidad era como su hija—, el 21 de julio de 2014.
Apenas habían pasado cuatro días desde su desaparición. El jueves por la noche Niza salió de su hogar para reunirse con Jorge Armando, quien en ese entonces era su pareja, pero jamás regresó al departamento en el que vivía con sus dos hijas y un compañero de cuarto.
En un primer momento, la familia de Niza creyó que ella había sido secuestrada, porque una persona les llamó por teléfono para exigir un pago de 700 mil pesos como rescate; sin embargo, los supuestos secuestradores no volvieron a comunicarse.
Gracias a las indagatorias —que se intensificaron tras la aparición del cuerpo de Fernanda— y a la coadyuvancia de la familia con el Ministerio Público fueron dados a conocer los nombres de los presuntos culpables del asesinato: Luis Daniel y Jorge Armando. Ambos habían tenido una relación sentimental con la joven, Daniel conocía a la familia de Fernanda y es el padre de una de sus hijas; Jorge Armando era su compañero en el gimnasio.
Durante los interrogatorios, Jorge Armando declaró que había sido cómplice en el asesinato, pero que Daniel fue quien se acercó a él para planearlo todo porque, supuestamente, Niza había amenazado con denunciar sus actividades de narcomenudeo.
A más de dos años de la tragedia, la tía de Niza Fernanda habla para EL UNIVERSAL acerca de los avances del caso y del peligro que correrán sus nietas si Luis Daniel quedara absuelto de su responsabilidad en el crimen.
“Estas dos personas no han sido sentenciadas porque han hecho que el juicio sea muy largo; intentan demostrar que son excelentes seres humanos… Como todos los tipos de su calaña, ahora argumentan que Derechos Humanos los tiene que proteger, pero ojalá que así como la CNDH los atiende, también volteara a ver a las víctimas”, destaca Pilar Garrido.
Los dos hombres aseguraron a sus abogados, a meses de que acabe el juicio, que sufrieron tortura por parte las autoridades durante el proceso penal; sin embargo, cuando pasaron con el médico legista para que éste verificara si habían sido víctimas de lesiones, los dos negaron la autorización para ser revisados.
“La juez, de hecho, en la primera declaración, en el reclusorio, le pidió a Jorge Armando que se quitara la playera y él lo tuvo que hacer, pero no tenía ninguna marca, lesión. Nada. Y eso lo certificó la jueza del juzgado 20 penal del Reclusorio Oriente, Leticia Pliego Ruiz”, a días de que iniciara el proceso, confirma Pilar.
A pesar de que tiene miedo de hablar del tema, ella cree que es necesario contar las novedades del caso. Asegura que su más grande preocupación es que su nieta, Julia —quien apenas tiene tres años—, termine al cuidado del presunto feminicida de su mamá, debido a que la patria potestad de la niña todavía la ostenta Luis Daniel, su padre, con todo y que está recluido en el penal.
La mujer conoce cada uno de los detalles del caso y recuerda con precisión los días y las horas que su familia esperó noticias de Niza. A pesar de que por momentos sus ojos se inundan, ella aclara su garganta y prosigue con la historia.
“Necesitamos una sentencia definitiva para poder solicitar la patria potestad de la hija de Niza. Puede parecer ilógico o increíble, pero dentro de los derechos de los niños no existe el derecho a no vivir sujetos a un juicio. July aquí tiene una familia, un hogar establecido, vive con su hermana, va la a escuela... pero su situación jurídica está en el limbo”, lamenta Pilar.
Ella afirma que Daniel jamás se hizo cargo de la niña, pero asegura que cuando sus nietas convivieron con el presunto feminicida sufrieron maltratos de su parte.
En estos dos años ha dedicado sus días a que las hijas de Niza sonrían y compensen, en medida de lo posible, tanto dolor. Gracias a los consejos del equipo de abogados que asesoran su caso, pedirá que parte de la reparación del daño incluya que Luis Daniel pierda la patria potestad de Julia. Así, finalmente podrían adoptarla.
Michel y Tábata Salas han orientado a Pilar durante el proceso penal. Ellas pertenecen al “Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social”, asociación civil que ha colaborado en la defensa y promoción de los derechos de las mujeres. Todos trabajan para que en este caso se pueda sentar un precedente y que gracias a él, la licenciada Leticia Pliego otorgue un castigo ejemplar a los presuntos secuestradores y asesinos de Niza.
Cifras negras, en toda la República
La historia de Niza Fernanda es similar a la de muchas mujeres asesinadas con violencia en el país: el crimen no fue catalogado como feminicidio, ella sufrió mucho tiempo los maltratos del hombre que presuntamente la asesinó y nunca puso una denuncia en su contra. En México, al menos hasta 2011, cerca de la mitad de las mujeres de 15 años o más (47%) que tuvieron cuando menos una relación de pareja enfrentaron agresiones durante su noviazgo o matrimonio. De acuerdo con el tipo de violencia, la emocional fue la que prevaleció más alta (44.3%), según los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, del Inegi.
“Era del dominio público que Niza era una mujer golpeada, todos sus amigos del gimnasio, y consta en las declaraciones del expediente, han dicho que Daniel la maltrataba, que en varias ocasiones la vieron con moretones”, asegura la madre de Niza Fernanda.
El Inegi ofrece estadísticas sobre los feminicidios ocurridos en el país. Las cifras afirman que en 2013 a 32 de cada 100 mujeres asesinadas las ahorcaron, estrangularon, ahogaron, quemaron o lesionaron con objetos punzocortantes; mientras que más de la mitad de los homicidios de hombres fueron con arma de fuego (65.2%).
Pilar Garrido asegura que su hija fue lastimada con un desarmador y que la autopsia reveló que su muerte fue causada por estrangulamiento; el impermeabilizante que fue vertido sobre su cuerpo provocó que muchos fragmentos de su piel se desprendieran.
Durante la entrevista resopla o suelta bocanadas de su cigarro para dejar espacio a largas pausas… En ocasiones revisa apuntes o utiliza sus manos para ejemplificar. Parece que ella conoce el expediente de memoria y que selecciona los datos más importante al hablar.
Le preocupa que cualquiera de los dos sujetos quede pronto en libertad, pues los dos tienen antecedentes de violencia contra la mujer. Jorge Armando fue juzgado por un feminicidio anterior al de Niza Fernanda; Luis Daniel se divorció de su primer matrimonio debido a violencia intrafamiliar.
Los números que no callan
Parece que Pilar quiere detener el tiempo y concentra su mirada en la mesa del comedor. Confiesa que el verdadero calvario por el feminicidio de su hija no empezó al momento de la desaparición, sino que inició el día de su entierro. Asegura que ha sido muy difícil continuar, pero que ha encontrado fuerza en sus nietas.
“Jorge Armando fue quién sacó a mi hija de la casa. Él ha afirmado categóricamente que no la mató, pero aceptó su participación como cómplice de Luis Daniel. Confesó que Daniel le ofreció una suma de 50 mil pesos por entregarle a Niza”, aseguró Pilar.
Esta declaración está asentada en el expediente, del cual EL UNIVERSAL tiene copia, así como el hecho de que Daniel solicitó un préstamo a Banamex exactamente por la misma cantidad que indicó Jorge Armando. La madre de Niza confía en que ésta y otras pruebas sean suficientes para lograr justicia.
Las autoridades analizaron la sábana de llamadas de Luis Daniel y en ella encontraron, gracias a la geolocalización, que habló desde su teléfono muy cerca de donde fue encontrado el cuerpo de Niza. Los padres de la joven sospecharon de él desde el día que reconocieron el cuerpo de su hija, porque Daniel llegó al Semefo sin que nadie le avisara de lo ocurrido.
Durante la defensa por su libertad, Daniel presentó unas conversaciones de whatsApp para evidenciar su preocupación por la desaparición de Niza; sin embargo, esas pruebas ahora son usadas en su contra. Mediante los mensajes él le pidió ayuda a un de sus contactos de la policía federal. En el mensaje aseguró que ella iba vestida con un pants de licra al momento de ser secuestrada, pero hasta ese instante nadie conocía el material de su ropa.
“No estamos hablando de un feminicidio a nivel de narcotráfico, sino de los feminicidios que ocurren todos los días en la casa. De esos en los que la mujer es golpeada y nadie se entera. De esos queremos que se haga conciencia. Que [los agresores] lo piensen tres veces, que digan: ‘Sí hay castigo. Si yo le pego a mi mujer, si la muelo a golpes, sí voy a recibir sentencia’”.
Desde 2011 la CDMX destacó entre los primeros lugares de violencia contra la mujer. En ese año ocupó el segundo sitio a nivel nacional con 72.1% de sus mujeres agredidas de alguna manera. Hasta 2014 ostentó el título del tercer estado con la tasa de feminicidios más alta, según el estudio Homicidio, una Mirada a la Violencia en México, que presentó el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF).
Las organizaciones no gubernamentales que apoyan al OCNF reconocieron en su Informe sobre Avances y Retrocesos en la Protección de las Mujeres 2012-2014, que los estados que emitieron la Alerta de Violencia de Género necesitan considerar entre sus medidas las órdenes de protección para brindar ayuda pronta y verdaderamente eficaz a las mujeres.
Destacaron que Oaxaca es uno de los estados con mayores problemas de violencia de género, pues la media del estado casi alcanza la media nacional de feminicidios. Como en la historia de Niza, el informe destaca que de los 84 casos investigados como feminicidios, en ese estado, en 46.44% las mujeres fueron asesinadas por su pareja.
El caso de Niza Fernanda está catalogado en la causa de secuestro agravado, pero su madre afirma que ese cargo no fue el que ella decidió perseguir, sino que las autoridades lo impusieron debido a una sola llamada de rescate el día de la desaparición.
“Fue obvio que los responsables de la muerte de mi hija intentaron disfrazar el verdadero móvil del crimen y montaron un teatro para que pareciera que buscaban una recompensa”.
Pilar afirma que ella, su familia y las abogadas esperan que a pesar de que se juzgue a los hombres por secuestro agravado y no por feminicidio, se destaque en la sentencia la violencia de género que sufrió Niza. “Confiamos en que los criminales van a tener una sentencia ejemplar, reparatoria y con perspectiva de género”, repite para sí misma y para quienes la escuchamos.
Argumenta que la sentencia es necesaria e importante porque es la única manera en la que sus nietas podrán recuperar su libertad y su familia la tranquilidad. Pilar afirma que han tenido que cambiarse de domicilio por las amenazas y que en su casa se respira paranoia y miedo todavía.
“Quiero que el caso, de alguna manera, sirva para que otras mujeres no se equivoquen como mi hija y denuncien. Ella se quedó callada y al quedarse callada como víctima, nos hizo víctimas a todos”, asegura mientras acomoda fotos de la que fue su familia hasta 2014.