El obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, pidió a las autoridades no quedarse sólo en el discurso y "hacer un cabal esfuerzo" para esclarecer la desaparición de 43 estudiantes de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. Hecho que dijo, no debe ser usado por personas o grupos sin escrúpulos para sacar "raja política".

"Nos duele el sufrimiento, la rabia, la desesperación y la desconfianza de los familiares de estos 43 jóvenes, y de las familias de los miles de desaparecidos en todo el país. Ante esta dramática situación no bastan discursos; se requiere un cabal esfuerzo de las autoridades responsables para esclarecer los hechos y llegar junto con la sociedad, empezando por las familias de todos los desaparecidos, a la verdad sin adjetivos", planteó el obispo en un mensaje difundido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

En este texto, el prelado subrayó: "El sufrimiento y la pobreza de los padres, hermanos y parientes de los desaparecidos no debe ser usado por personas y grupos sin escrúpulos que persiguen sus propios intereses, entre los que no faltan los que sacan raja política posesionándose del tema".

Salvador Rangel Mendoza, recordó que mañana se cumple un año de la tragedia en Iguala, la cual no pude dejar indiferente a nadie, aunque llamó ante los hechos violentos que se han suscitado en Guerrero a no incurrir en la violencia.

"El anarquismo, la violencia y la intransigencia sólo provocan confusión, desorden, destrucción y lo que es más triste, pérdida de vidas. La violencia no es el camino para la justicia. ¡Al contrario! Aumenta la injusticia y el dolor.

"No demos cabida al desorden y a la anarquía. ¡Unámonos como sociedad! En el Estado de Guerrero existe gente buena y positiva. ¡Construyamos juntos la paz! Que Santa María de Guadalupe interceda por nosotros para que tengamos la sabiduría y valentía de asumir este compromiso", consideró.

El obispo de Chilpancingo, sugirió como salida al problema, hacer un examen interno delante de Dios y ante la conciencia ciudadana y preguntarse "¿qué ha originado estos lamentables y reprobables acontecimientos? Así nos daremos cuenta que la causa de fondo es el olvido de la dignidad y derechos de toda persona.

"Con esta convicción, me permito recomendar a todos dos cosas: oración y trabajo. Pidamos a Dios el don de la paz y trabajemos por ella mediante actos concretos en favor del diálogo, la verdad, la justicia, la reconciliación y el respeto a la vida, dignidad y derechos de todos. Cada uno podemos y debemos poner nuestro granito de arena".

jlcg

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