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francisco.resendiz@eluniversal.com.mx
Ivonne Ortega se asume como una priísta rebelde y con esa actitud, advierte, enfrentará la 22 Asamblea Nacional del PRI y defenderá su derecho a competir por la próxima candidatura presidencial del tricolor; alerta que si en el cónclave de agosto no se escucha a la militancia el tricolor llegará a los comicios de 2018 “con una crisis peor de la que hoy vivimos”.
Acepta que en política decir lo que se piensa trae consecuencias; “y las asumo”, ataja, pero sentencia que si se pretende imponer al abanderado con una decisión cupular, por encima del sentir de la militancia, se corre el riesgo de que las bases le den la espalda al Revolucionario Institucional.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la ex gobernadora de Yucatán sostiene que en los últimos 22 procesos, realizados de 2012 a la fecha, el PRI ha perdido 4 millones 700 mil electores y que si la Asamblea Nacional “sólo es de maquillaje” la debacle se mantendrá en 2018.
La diputada es clara: si en la asamblea se imponen, por encima del sentir de la militancia, visiones, conceptos y la dirección para el futuro del PRI, en lo personal se replanteará que hará con su militancia, pues, asienta, “está difícil militar en algo que no te identifica”.
¿Cómo ve al PRI en este momento?
—Lo veo como una gran oportunidad... es un momento importante porque si se escucha lo que los militantes están pidiendo en el partido, que básicamente tiene que ver con que nos escuchen en la decisión para las candidaturas, no sólo a la Presidencia de la República, en todas.
Se compiten mil 548 ayuntamientos, 822 diputados locales, 500 diputados federales, 128 senadores y ocho gubernaturas, más la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Si nosotros escuchamos lo que la militancia nos está pidiendo que es, pregúntenos quién queremos que sea nuestro candidato o candidata, vamos a tener una condición de oportunidad.
Este tipo de cosas me parecen una gran oportunidad para el partido, si las asumen así y escuchan a la militancia vamos a llegar muy fortalecidos al 18, si no vamos a entrar a una condición de una crisis peor de la que hoy vivimos.
¿El PRI es hoy un partido débil?
—Por eso decía que veo la asamblea como una oportunidad. Porque si hacemos el análisis, lo que ha venido pasando es que en algunos casos perdemos la elección y la rentabilidad.
Si hacemos un análisis de 2012 para acá, comparado con la elección inmediata anterior, hemos perdido 4 millones 700 mil electores, ha habido 24 procesos de elección de gobernador, hemos perdido esa cantidad de rentabilidad electoral no podemos pensar que podemos llegar así a 2018.
Lo que es una recurrencia es que vamos sistemáticamente perdiendo rentabilidad electoral cuando tomamos las decisiones de la misma manera, todas estas elecciones se tomaron en acuerdos cupulares, de Consejo Político, pero acuerdos cupulares, no se escuchó a la militancia.
¿De alguna forma está en riesgo el futuro del partido?
—Si hacemos una asamblea de maquillaje donde nada más se discutan los temas que está determinando la dirigencia; y no es un tema nada más con la dirigencia, es de actitud, de escuchar a los militantes y fortalecer al partido, si no lo hacemos, si se hace lo mismo no esperes resultados diferentes.
¿Es momento de que el PRI se rehaga, hay tiempo?
—Desde mi punto de vista, sí. La oportunidad perfecta es la asamblea.
¿Y qué pasará si un grupo impone visiones, conceptos, una dirección partir de la asamblea?
—He escuchado a la militancia en mis recorridos por el país y lo que es recurrente es que los hagamos parte, partícipes de las decisiones importantes que tienen que ver con el desarrollo de nuestro partido y de nuestra sociedad.
Si eso no pasa, en mi caso personal también me replantearé qué voy a hacer con mi partido, porque si estoy en uno que no piensa igual que yo, en donde no cree lo mismo que yo, donde no está en las mismas condiciones que yo, pues está difícil militar en algo que no te identifica.
¿Entonces sí valoraría su permanencia en el partido?
—En este momento lo que quiero es regresar al partido a que sea rentable y que sea electoralmente atractivo para la sociedad. Estoy concentrada en eso, si no me interesara estaría en otra cosa menos en la asamblea.
¿En verdad es una realidad que la militancia está enojada con las decisiones que ha tomado la dirigencia del partido?
—Es una realidad. Lo comentaba en la famosa reunión de “los políticos de café”, yo lo interpreto, como los he visto, como cuando en una pareja uno es infiel y lo descubren. Si quieres quedarte con esa pareja lo primero que tienes que lograr es que te perdonen —aclaro, sólo hago la similitud— y si ya te perdonan puedes volver a enamorar y con ello a reconquistar, y si la reconquistas volverá a creer en ti y si cree en ti saldrá a tocar la puerta, a convencer a la sociedad, a dar la cara por sus candidatos y su partido.
El PRD decidió buscar un frente amplio, PAN lo saludó, ¿qué opina?
—He escuchado del presidente del PAN que el PRI no tiene ninguna posibilidad, en el caso del PRD y las otras izquierdas igual, pero los vemos en condiciones de quererse unir, pues entonces no que el PRI no tiene posibilidad de ganar en 2018, y si no la tiene porque piensan en unirse, solos podrían competir.
Con la tendencia que tiene el partido puede ser derrotado por ese bloque opositor.
—Si el partido regresa a sus militantes, los escucha, los puede volver a aglutinar y recuperamos esos electores que han votado por nosotros. Creo que tenemos condiciones de ganar en 2018, no sólo retener la Presidencia, sino en los demás cargos de elección popular.
¿Cómo puede el PRI recuperar la confianza ciudadana?
—Regresar a la militancia, a la base, a los ciudadanos. Lo que hoy necesitamos es que la sociedad acompañe al gobernante a gobernar. Corremos el riesgo de que en 2018 se gane con 20% o 25% de 50% que salga a votar, será un gobierno muy débil. Si logramos que los ciudadanos nos acompañen a ganar la elección y nos acompañen en el gobierno podemos tomar decisiones de fondo que cambien a México.
¿Considera que haya imposición en la asamblea para definir al candidato presidencial?
—Sería la peor condición en la que pudiéramos llegar a 2018, porque lo que ha pasado en esos 24 procesos —salvo Coahuila que sí se hizo consulta abierta y aun así ganamos por más de 2%—, todos fueron definidos por asamblea de delegados, consejo político y al final fueron decisiones cupulares, y ante eso el militante dice que no está dispuesto a respaldar una decisión de ese tipo.
¿Va a defender su derecho a competir por esa candidatura?
—Por supuesto y no sólo por mi aspiración, sino por la fortaleza del partido.
¿Va a seguir trabajando con miras a ese momento?
—Por supuesto. Dividiría en dos partes: mi aspiración a ser Presidenta de la República, que la manifesté hace un año y meses, y dos hacer rentable a nuestro partido en este momento. Si el PRI no es rentable, sea yo o quien sea el candidato difícilmente vamos a poder ganar y lo que queremos es ganar y tener viabilidad política los próximos años.
Ha esbozado posiciones críticas en torno a la decisión del PRI, ¿se considera una priísta rebelde?
—Lo tendría que calificar cualquiera menos yo. Siempre he sido así. En la alcaldía, en las diputaciones local y federal, en la gubernatura, en la secretaría general, tan es así que me salgo de la Cámara de Diputados y pido licencia por no estar de acuerdo con algunas decisiones que toma la bancada.
En política eso tiene consecuencias.
—Asumo las consecuencias de decir lo que pienso, lo que siento y lo que pasa, como la denuncia que presenté la semana pasada por espionaje.
¿Y esa actitud la llevará a la asamblea para defender sus posiciones?
—En la asamblea y en la vida, siempre lo he hecho y lo seguiré haciendo.