Luis Fernando Salazar, senador del PAN con licencia y aspirante a la candidatura a gobernador de Coahuila, llama al presidente de su partido, Ricardo Anaya, a reponer el procedimiento interno, que califica de “tramposo”, en aras de la equidad.
En entrevista con EL UNIVERSAL, afirma que analizará su futuro, si hoy, como se prevé, la Comisión Permanente Nacional del PAN vota a favor de Guillermo Anaya como abanderado. No descarta renunciar e ir por otro partido.
Acusa a Ricardo Anaya de estar más “ocupado y distraido” en sus aspiraciones presidenciales rumbo a 2018. Explica que su dirigencia “se está equivocando rotundamente”.
Sobre si Guillermo Anaya entregaría la elección al PRI, dice no saberlo, pero no descarta que bajo este proceso esté detrás “la mafia del poder” —como la llama Andrés Manuel López Obrador, líder nacional de Morena—, la cual existe, expone.
Se ve como quien puede lograr alternancia en Coahuila; rechaza negociar algún cargo.
¿Cómo ve el proceso interno para elegir al candidato en Coahuila?
—Resultó mal para mí. Acudí de buena fe a un llamado que hizo la dirigencia, acepté la designación porque me dijo Ricardo Anaya que habría un método con herramientas para detectar los sentimientos del electorado de Coahuila.
¿Cuál es hoy el balance?
—Finalmente no fue más que el resumen de una encuesta simple.
¿Cuáles son mis diferencias fundamentales con el dirigente nacional? Tres cosas: primero, hice una propuesta específica respecto al método y no se me aprobó nada: entrevistas profundas con liderazgos sociales, sociedad civil organizada, redes sociales y la propuesta que aceptan es la que hace un candidato inelegible, un señor que es alcalde de Monclova [Gerardo García], quien nunca se retiró de su cargo.
¿En qué consistió? 95% en una encuesta y el 5% una consulta a la militancia activa del PAN, 1% a entrevistas con liderazgos, 1% a alianzas, 1% a grupos focales y el 1% a redes sociales.
Imagínate, Coahuila, casi 60% de la población tiene acceso a redes sociales, y según el método aprobado se le dio un valor de 1%, algo absurdo, evidentemente; no aprobé este método.
Me dijeron en noviembre ‘haznos una propuesta para hacer llegar preguntas’. Pedí obtener información de aspectos negativos de los aspirantes, por ejemplo, ‘¿quién es más corrupto?’, ‘¿quién de los aspirantes tiene más relación con la mafia del poder?’, que yo quería que se detectaran en la encuesta, me las admitieron y cuando habían levantado el estudio, las excluyeron.
Lo descubrí a unos días de que se tomara la decisión, ésto fue la semana pasada, acudí a hablar con la dirigencia nacional, les expresé por escrito mis inconformidades y no hubo respuesta. Hice el llamado a corregir y si el resultado no me favorecía —pero con un proceso bien llevado, legal y transparente, que realmente nos satisfaciera— no tendría ningún problema.
El lunes vi a Ricardo Anaya, antes de la reunión con los demás aspirantes, con una solicitud muy concreta: reponer el proceso o que abriera la puerta para que participemos los aspirantes que cubramos los requisitos de elegibilidad a participar en la precampaña que marca la ley electoral en Coahuila. Finalmente no obtuve la respuesta.
En la reunión me comenta: ‘No vamos a tomar una definición, no hagamos declaraciones que lastimen al partido. Dame un espacio y nos vemos terminando la reunión’. Me voy de buena fe, y a las cuatro horas circulan el boletín los aspirantes diciendo que la definición había favorecido, en este caso, a Guillermo Anaya. Nuevamente me siento sorprendido, burlado de alguna manera.
¿Qué va a hacer si hoy la Comisión Permanente vota y queda Guillermo Anaya?
—Voy a esperar a que se desahogue la comisión y daré mis argumentos en contra, pero es una decisión profunda que tendré que tomar en los próximos días, ya que tengo que reflexionar y además es un tema muy importante: mi diferencia la tengo con la dirigencia, no con la militancia. Sigo deseando que el PRI, la mafia de Moreira, se vaya de Coahuila y creo que estamos ante una gran oportunidad.
¿Por qué Guillermo Anaya no?
—No, no estoy diciendo que él no, quiero ser muy claro. Mi agravio es total y absoluto con la dirigencia, porque no se me dieron las garantías, la transparencia y la imparcialidad suficientes para que me desacreditaran de esa manera de la encuesta. Si una metodología honesta arroja que Guillermo es mejor, yo no hubiera tenido ningún problema en levantarle la mano.
¿Qué sabor de boca le deja Ricardo Anaya como cabeza de este proceso interno?
—Me queda un sabor amargo. En lo personal, no me siento conforme con los diálogos, con lo que quedamos; acudí a él como dirigente del partido, en la confianza de explicarle, primero, lo que estaba pasando y no obtuve respuesta, mi opinión es que no tuvo interés de resolver a fondo la problemática que se estaba suscitando en una contienda para designar al candidato del PAN en Coahuila.
¿Anaya repite los viejos esquemas, de favorecer a quien quiere que sea candidato?
—Eso parece, sin duda.
¿A dónde lleva Ricardo Anaya, bajo estas prácticas, al partido?
—Creo que es una dirigencia que se está equivocando rotundamente. Que el foco, me parece, lo tiene en 2018, en un proyecto que lo mantiene completamente ocupado, distraído y todos los esfuerzos en este proceso están orientados, a lo mejor, a ese propósito del próximo año.
El partido es de todos, Ricardo Anaya representa al PAN, pero no es el PAN.
¿No descarta renunciar al partido?
—Hay una reflexión que tengo que hacer, si es renunciar, si es irme a competir, si es quedarme, lo tengo que valorar también a consciencia, en la soledad y ser muy claros.