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El verdadero cambio no está en pasar de un partido político a otro, ni en las normas que nos rigen, sino en la santidad, afirmó el cardenal Norberto Rivera Carrera.
Al inaugurar la Exp-vocacional ¡Urge!, México necesita Santos, en Tlalpan, indicó que la Iglesia nos invita a reflexionar acerca de nuestra realidad, de nuestro fin en el paso por la tierra, a profundizar en la fe, la resurrección y en la vida de santidad de muchas personas, por lo que es posible avanzar por ese camino.
“Continuamente hablamos de renovación de nuestra Iglesia, de nuestra sociedad; pero el verdadero cambio no está en pasar de un partido [político] a otro, ni en las normas o estatutos que nos rigen, sino en la vida de santidad, una vida que sólo proviene de Dios, quien únicamente nos pide dar a su llamado una respuesta generosa”, indicó.
Dijo que Jesús presenta una alternativa: asentarnos en la fe o tomar el camino del ateísmo, “no es posible concebir que Dios haya creado una historia de salvación para el hombre y al mismo tiempo pensar que el ser humano termina en la nada”.
“Hay quienes proclaman que no hay tal resurrección y que por eso podemos hacer con las cenizas de nuestros muertos lo que se nos antoje; los creyentes proclamamos que Dios nos creó, que puso su templo en nuestro cuerpo, que es el que lo santifica, como santificó a nuestros hermanos en proceso de canonización, a quienes queremos imitar, y de quienes queremos que sean nuestros abogados, nuestros intercesores para llegar a Dios”, expresó.
Al mediodía, durante la misa dominical en la Catedral Metropolitana, Rivera Carrera pidió a los fieles orar por los más de 100 obispos que conforman la Conferencia del Episcopado Mexicano, así como por los gobernantes del mundo para que se preocupen por sus pueblos, en especial de los más desfavorecidos.
“Para que el espíritu sugiera a todos los obispos del Episcopado Mexicano las palabras y obras que necesitan los hombres de hoy”, pidió en el marco del inicio de la 102 Asamblea Plenaria de la CEM.
También expresó una plegaria por todos los dirigentes del mundo, “para que entiendan que Dios les pide un servicio preocupado por todas las personas de sus pueblos, en especial de los más desfavorecidos”.