El grupo parlamentario del PRD exigió que el secretario de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda, tiene que ser destituido después de la ofensa que le hizo a la diputada de Morena, Araceli Damián, y también aseguró que el funcionario federal es "operador político" del tricolor.
A través de el coordinador de Proceso Legislativo del PRD en la Cámara de Diputados, Omar Ortega, dijeron que que si el gobierno de Enrique Peña Nieto prefiere mantener a Miranda Nava en su puesto, equivaldrá a refrendar su complicidad con él aún a costa de su mayor desprestigio y la mayor desconfianza ciudadana en las instituciones.
“A confesión de parte, relevo de pruebas, por lo que Luis Enrique Miranda Nava debe ser destituido a la brevedad de la Secretaría de Desarrollo Social para dejar de ostentarse como operador político del gobierno federal y su partido, y para dejar de causarle más daño a la ya de por sí maltrecha democracia mexicana”, demandó el diputado Omar Ortega Álvarez.
Además dijo: “La ofensa que Miranda Nava infringió soez y altaneramente a las mujeres y al Congreso al insultar a una diputada, es de por sí razón de sobra para despedirlo sin más como encargado de la Sedesol, pero si al presidente Peña Nieto le falta una razón más, le decimos que su propio subalterno ya se la dio”, enfatizó.
El líder del PRD en el Estado de México consideró insostenible e indefendible, desde cualquier punto de vista, a Miranda Nava porque el cinismo con el cual se asume como manipulador de los programas sociales de esa Secretaría –financiados con recursos públicos aportados por contribuyentes- y el desprecio con el cual trata a sus críticos son al mismo tiempo su condena como funcionario.
Por algo de pudor, el negro historial de este autonombrado “operador político” del presidente Enrique Peña desde los tiempos cuando éste era funcionario y gobernador en el Estado de México debió inhibir su nombramiento como titular de Sedesol.
Si ello no fue suficiente al Ejecutivo -agregó Ortega-, entonces que se considere el mayor riesgo en que pone a la endeble estabilidad y a la institucionalidad democrática con la grosera manipulación de la pobreza y las necesidades más elementales de la población en tiempos de por sí convulsos para el país.