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Urge redefinir la política exterior para enfrentar la amenaza que es el populismo de Donald Trump, quien llega a la Casa Blanca con un discurso antimexicano, dice el senador Zoé Robledo Aburto (PRD).

Lanza la pregunta: “¿Qué vamos a hacer con los insultos?”, propone responderlos con fuerza moral, con una vinculación con la comunidad mexicana en Estados Unidos, como una estrategia de enlace con el Congreso estadounidense, e invitar, desde luego, a que venga a México el vicepresidente electo, Michael Pence, quien es en automático líder del Senado del país vecino, y abrir canales de relación obstruidos este sexenio por miedo.

Advierte que a Trump hay que tomarlo muy en serio: “La gente no cambia, al contrario, el poder exacerba la forma de ser”. A Enrique Peña Nieto le pide “no bajar la guardia”; dice que el presidente que llegue en 2018 deberá entender el proceso de globalización mundial para cumplir su responsabilidad con eficacia.

Los problemas que vienen “mostrarán de qué está hecho México”, dice el senador perredista, uno de los legisladores más activos en apoyo de la comunidad mexicana en la iniciativa #DilesQueVoten.

¿Trump y sus amenazas a México ya son posibles?

—Frente a esto es importantísimo pensar de manera estratégica como país, nación, como Estado mexicano. ¿Qué hacemos con sus insultos? ¿Se los dejamos pasar, lo perdonamos? Creo que no. Además, hay que tener presente sus posiciones de renegociar el TLC, poner tarifas impositivas a las remesas, a las empresas que se instalan en México.

¿Serían millones de afectados por una política antimexicana?

—Son 35 millones que están allá. Contra ellos se instaló una narrativa de culparlos de los problemas de Estados Unidos: Desigualdad, desempleo, inseguridad.

Veo puertas prácticamente cerradas a una reforma migratoria.

¿El Senado no ha estado en contacto con los mexicanos y con el Congreso de Estados Unidos?

—Cuando un senador planteaba tener una relación de dignidad, de respeto, de hablarnos de tú a tú con senadores de Estados Unidos, se prendían las alertas. Dicen que el Senado no debe meterse en política exterior. No podemos pensar que nuestra relación la determine la Cancillería. Hay un escenario distinto.

¿Las amenazas las toma en serio?

—Las amenazas no las vamos a tomar a la ligera. Si el asunto fuera al revés, ellos no estarían en esta actitud un tanto condescendiente. Estarían con todas las alertas encendidas haciendo reclamaciones profundas.

¿Cómo es el populismo de Trump?

—Es un populismo de adentro y afuera. Quienes se quedaron adentro de la prosperidad y quienes afuera y dice: “los estadounidenses se quedaron afuera; ustedes son los perdedores de la globalización, los perdedores del Tratado de Libre Comercio (TLC), de haber aceptado a tantos migrantes en este país”

¿Hay forma de pararlo?

—Más allá de la política, de la diplomacia, está el “poder blando”, el que tiene qué imponerse. El poder blando de las personas que todos los días salen a trabajar, de los que tienen éxito y son prueba de que la migración es un proceso virtuoso, en términos de cómo enriquece la vida cultura, política y económica de una nación.

¿Contrarrestar con fuerza moral?

—La mejor diplomacia será de los mexicanos de a pie, de los chambeadores, de los que no se paralizan de miedo, porque tienen que salir a trabajar para pagarse sus estudios.

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