Más Información
Embajada de EU en México continúa capacitaciones a INM en migración; estamos orgullosos de apoyar, dice
De la Fuente alerta por tráfico ilícito de bienes culturales; Gobierno recupera 220 piezas arqueológicas
Reforma “ternurita”: Imjuve lanza campaña para promover elección judicial; “ellos nos salvarán del neoliberalismo”
juan.arvizu@eluniversal.com.mx
Sube, sube la presión en el salón de sesiones. Hay tensión. Los estrategas de las bancadas toman el pulso y la temperatura de la asamblea. Los diputados de Morena ya han desplegado un par de mantas contra Donald Trump y el presidente Peña Nieto, cuando sube a la tribuna el coordinador del PVEM, Jesús Sesma, acallado cada vez que menciona un logro que “es mérito del Presidente”.
De pie, priístas y verdes forman un coro potente de apoyo al Presidente de la República y agitan el puño derecho al gritar: “¡Peña!, ¡Peña!, ¡Peña!”. La izquierda, siempre dividida, integra un coro que contrarresta: “¡Fuera!, ¡fuera!, ¡fuera!”. Cada idea la rebate la oposición a gritos. Han dado colorido al presídium con piñatas que representan al Presidente —lleva una cinta que reza: “¡Qué necesidad!— y al magnate.
En ese momento de alta presión, Morena lleva una manta adicional a la tribuna. Diputadas del PRI en primera fila, prendidas de la pasión partidaria, van contra los que la despliegan. Los acuerdos locales indican que esos recursos de escenografía sólo se despliegan cuando el orador de la bancada interesada está en uso de la palabra.
El PRI ha caído en la provocación. Se forcejea. Hay diputadas de Oaxaca en manoteos frente a hombres.
Aquello se vuelve un pandemónium. Se ven puños que buscan cuerpos de contarios. Hay quienes gimen de dolor. El momento es de agitación. Son muchos los que empujan. La reunión se sale de control.
Jorge Carlos Ramírez Marín, una especie de mariscal de campo de los priístas, bajo la coordinación de su líder, César Camacho Quiroz, aplaca las acciones.
Lo mismo hace la coordinadora de Morena, Rocío Nahle. La olla de presión se desinfla.
Así empieza el periodo de sesiones del segundo año de la 63 Legislatura.
El legislador independiente Manuel Clouthier, con tono de reproche pregunta por qué Peña Nieto invitó a Trump, un candidato en campaña. Dice: “No entiendo”. El pleno se agita.
Es el tema de este informe. La visita de Trump a Los Pinos. “Se le invitó para sensibilizarlo”, ha dicho el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a periodistas, justo luego de que entregó el informe escrito.
Rocío Nahle pasa a tribuna a dar la postura de Morena, la fuerza emergente de Andrés Manuel López Obrador en el Congreso. Los suyos depliegan mensajes escritos con letras gigantes: “¿Y la dignidad… EPN? “Fuera Trump de México”, así como un retrato de Benito Juárez, que es la serenidad en ese mar político picado de pasiones.
Y las olas siguen y crecen cuando Sesma habla y le reconoce a Peña los logros de las grandes reformas. “¡Lo hizo por amor a México!”. La ofensiva de izquierda pensada para lanzarla en el discurso del PRI, a cargo de Sylvana Beltrones, se enfila contra el Verde. Abucheos, gritos van contra él.
Empieza el despliegue de la tercera manta (las dos primeras han sido replegadas) y las priístas de primera fila atacan. No pueden tolerar que se acalle a su orador y los morenistas, Rogerio Castro entre ellos, intentan volver a ocupar espacios de tribuna.
Cuando Sylvana Beltrones sube, el comal ardiente empieza a apagarse. Dirige un mensaje que destaca el valor de la política y cuando reconoce la audacia, el trabajo y el esfuerzo de Peña Nieto, los priístas apoyan: “¡Peña! ¡Peña! ¡Peña!”, con puño en alto, de pie, expectantes, dispuestos a reaccionar a una nueva ofensiva, que se agota en la contra porra: “¡Fuera!, ¡fuera!, ¡fuera!
Y cuando parece que las olas se han calmado, el reflujo opositor da un grito relegado: “¡Nos faltan 43!”.