Tras una espera que en algunos casos sobrepasa los 15 días, los cerca de 200 viajeros mexicanos varados en el aeropuerto madrileño de Barajas comienzan a volar a México. Ayer 30 embarcaron rumbo a casa.

La comunidad de mexicanos que se aglutina en torno a los mostradores de Aeroméxico lo celebraba con abrazos. “Se ve más cerca la lucecita del final del túnel”, decía una mujer.

Un empleado de la aerolínea repasaba por la tarde la lista de espera y anunciaba quién embarcaría en el siguiente avión. Cuando nombró a Yaiza Vicente, ésta aplaudió de alegría. La joven, una estudiante española que debe llegar a México para empezar el semestre en la UNAM, llevaba en Barajas nueve días. “Si tuvieras la maleta aquí, te podrías ir en el vuelo de ahora”, le explicaban en el contador. Pero Yaiza, después de una semana viajando cada día hasta el aeropuerto ida y vuelta con sus maletas, las había dejado en el hotel. “Bueno, espero que no haya problema de disponibilidad en el siguiente vuelo”, decía ilusionada: “Esto parece que ya avanza”.

Una mujer lloraba desesperada porque aún no había llegado su turno, pero la sensación general ayer era de alivio, tras un fin de semana en el que se acumularon más de 200 turistas. “Yo llevo aquí siete días”, comentaba limándose las uñas Javier, un mexicano que viajó a Sevilla para unos cursillos. “Sabía que con los boletos sujeto a espacio a veces esperas algún día, pero no me esperaba esto”.

Javier se apoya sobre los carros de comida reunidos por voluntarios como los de la asociación Mexicanas en Madrid. La solidaridad ha sido clave para mejorar las condiciones de los viajeros. “Yo dormí cinco días en el aeropuerto, pero luego me alojé en casa de un mexicano que vive en Madrid”, cuenta el joven: “La embajada en España también ofreció 100 euros de ayuda por cada cinco días varados”.

Con Javier conversa Fernando, de Guadalajara, que llegó justo el día antes al aeropuerto. “Me lo tomo con mucha calma”, dice con una sonrisa: “Ya sé que vengo a esperar, pero al menos parece que ahora se aceleró”.

Los viajeros varados suben al avión en función de las plazas que quedan libres, a veces de personas que pierden su vuelo. “Es un sistema que puede poner de los nervios”, reconoce Javier:

“Algunos días embarcan a alguno de nuestro grupo, y justo cuando van a encender las turbinas, lo hacen descender porque llegó la persona a la que le corresponde esa plaza”, cuenta. Son los inconvenientes de los boletos sujeto a espacio que Aeroméxico distribuye a sus trabajadores como compensación sindical. Estos a menudo los revenden u obsequian, y en temporada alta contribuyen a los atascos de pasajeros. Ayer, mientras los náufragos más veteranos de Barajas celebraban que su salida está cerca, a los contadores de Aeroméxico llegaba una decena de pasajeros con billetes sujetos a espacio. La compañía los anotó en su lista de espera. Serán los últimos en dejar Madrid. Con suerte, en pocos días.

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