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El PRI dejó de ser partido hegemónico con la alternancia presidencial del año 2000, pero el pasado 5 de junio vivió su segundo revés histórico: en un día dejó de gobernar a 19.6 millones de personas. Lo que se vio en 12 elecciones para renovar gubernaturas es que no hay un partido único en la mente del elector, la pluralidad es una opción y el ciudadano evalúa buenos o malos gobiernos.
También se demostró que se ha conquistado la alternancia y no hay fracasos ni victorias definitivas, según politólogos. La muestra es que el mismo día el PRI arrebató Oaxaca y Sinaloa a la alianza opositora PAN-PRD.
Cuando asuman los nuevos mandatarios el PRI estará en su nivel más bajo de gobiernos estatales, lo que no le pasó ni cuando perdió la Presidencia en el año 2000, dice la investigadora de la UNAM, Rosa María Mirón Lince, autora de El PRI y la Transición Política en México.
“Ese año se quedó con 19 gubernaturas y en 2006 tenía 17. Ahora tiene 15, sin Chiapas, que es del PVEM. Es algo inédito, porque se trata de pérdida de gubernaturas en un contexto en el que tiene la Presidencia, está en el poder y estamos en vísperas de 2018”.
Tras la etapa de impugnaciones se asuman todas la gubernaturas recién electas, 58.8 millones de mexicanos serán gobernados por el PRI y aliados PVEM-Panal.
Otros 60.6 millones de pobladores quedarán bajo administraciones de oposición al PRI.
Las 15 entidades que gobernarán (ocho el PAN, tres en alianza PAN-PRD y cuatro el PRD) tienen 55.7 millones de habitantes.
Queda aparte Nuevo León, gobernada por el independiente Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, que representa 5.1 millones de gobernados. Así, la oposición junta alcanza los 60.6 millones de gobernados.
Recuento de daños
La historia de las pérdidas locales priístas se resume así: desde que se reinstaló en la Presidencia en 2012, el PRI enfrentó derrotas en Nuevo León y Michoacán en 2015 —la segunda recuperada por el PRD— y en 2012 Morelos y Tabasco, ahora perredistas.
Pero en esos mismos años recuperó cuatro gobiernos: quitó al PRD Zacatecas, en 2010; Jalisco al PAN, en 2012; Guerrero al PRD y Sonora al PAN, ambos en 2015.
La pasada elección, expone Mirón Lince, no es sólo un voto de castigo al PRI, y la muestra es que quitó Oaxaca y Sinaloa al PAN-PRD.
El 5 de junio “la voz del electorado fue de cambio, no sólo quitar al PRI, sino alternancia en gobiernos opositores que regresan a priístas. El mensaje es castigo a los gobiernos sin importar el color, si considera que fueron malos (...) tampoco hay satisfacción con aliancistas”.
El resquebrajamiento priísta abarca también a las ciudades más importantes del país.
En 2014 fue vencido por el PAN en Tepic, Nayarit, y un año después se aceleraron las derrotas: Cuernavaca a manos de Cuauhtémoc Blanco, postulado por el Partido Socialdemócrata; San Luis Potosí, capital, en manos del PRD.
En ese año perdió Guadalajara, Jalisco; un independiente le arrebató Morelia, Michoacán, y perdió Colima, capital, frente al PAN.
Ahora, el PAN le arrebató Tijuana y un independiente lo doblegó en Ciudad Juárez, así como la capital de Durango ante (PAN-PRD), y en Zacatecas capital fue aplastado por Morena. En cambio, recuperó Oaxaca capital y el estado. Además, retuvo ciudades importantes: Tampico, Tamaulipas; Benito Juárez (Cancún) en Quintana Roo y Culiacán, Sinaloa.
Para el politólogo y profesor-investigador de la UNAM Héctor Zamitiz Gamboa, el perdedor es el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto, pues aunque fueron elecciones locales hubo voto de castigo a su administración.
Sin embargo, “las alternancias las trabajaron los partidos”, pues en Guerrero (2015) y Oaxaca (2016) el descontento “lo capitaliza el mejor organizado”. También fue evidente que las alianzas opositoras no garantizan buen gobierno.
El ganador es el PAN, con triunfos en solitario en cuatro estados: Aguascalientes, Chihuahua, Puebla y Tamaulipas, y aliado con el PRD (Durango, Quintana Roo y Veracruz).
Las ganancias serán magras para el PRD, será el PAN el que se reposicione, valora.
Para la especialista y profesora de la UNAM Marcela Bravo-Ahuja Ruiz, coautora de Política de Partidos y Elecciones en México. Historias Regionales 1980-2013, pese a las derrotas infligidas al PRI, la desaprobación no es automática al gobierno federal, pues en una elección local los votantes califican gobernador o alcalde.
Eso explica por qué el PRI quita Oaxaca a la oposición, pero también por qué perdió Nuevo León en 2015: malos gobiernos. Lo cierto es que el descontento lo capitaliza el mejor organizado o el que con buenas campañas o candidatos aprovecha la coyuntura, que hoy fue el PAN.
Pero no hay improvisación, “no es una oposición de ayer. El PAN tiene historia en Durango y Aguascalientes, entonces no necesariamente es un voto de castigo y ya, también cuenta que los partidos estén consolidados”.
En cambio el PRD está muy golpeado con su fragmentación “y eso hace que PRI y PAN se repartan el botín de los estatales”.
Pero el especialista electoral Tonatiuh Medina Meza, maestro en Economía y Gobierno de la Universidad Anáhuac, señala que no todo es derrota del PRI, pues otro es el escenario en Congresos estatales y ayuntamientos.
“Los números indican hoy —habrá que esperar la asignación de diputaciones plurinominales y eventuales cambios tras impugnaciones— que en esos dos rubros el PRI gana”.
El 51% de los votos para elegir diputados locales fue para el PRI y sus aliados en los 11 estados en donde se renovaron Congresos, salvo Puebla donde no hubo ese nivel de elección, y eso arroja hasta ahora 122 curules. El PAN alcanzó 184 municipios, pero en alianza con el PRD 116. En tanto, el PRD solo, sin alianza, obtuvo 59 alcaldías.
La importancia de estos números no es menor, ya que desde los Congresos estatales es donde se puede generar gobernabilidad, porque avalan presupuestos y políticas públicas, dice.
Medina explica que a nivel municipal también son el PRI y aliados los que logran por ahora 403 ayuntamientos, 41% del total de ayuntamientos sujetos a elección. El PAN alcanzó 184 alcaldías, pero en alianza con el PRD obtuvo 116. En tanto, el PRD sólo obtuvo 59 municipios.
Por esos claroscuros, Mirón Lince recalca que no puede augurarse fracaso tricolor en 2018: ha sabido reinventarse y volverá a hacerlo.
Bravo-Ahuja: “Nada está decidido, el elector podría votar distinto en 2018 que como lo hizo en este 2016, pues son elecciones distintas”.