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juan.arvizu@eluniversal.com.mx
Fernando Solana Morales, un hombre de pensamiento y acción, la personificación del interlocutor de la pluralidad de posturas, con la suya siempre a favor de lo que importa a México.
Siempre es siempre, como en agosto de 1968, al lado del rector Javier Barros Sierra, en la Marcha del Silencio de los universitarios en defensa de la UNAM, del futuro de la nación, al filo del peligro.
Fernando Solana conversador con filósofos, políticos; negociador de acuerdos de Estado, constructor de escenarios para el avance de las instituciones. Uno de los hombres más refinados que surgió del México de la reconstrucción posrevolucionaria, aportó a la modernización del país y vio la salida y retorno al poder del PRI, su único partido, al que representó en el Senado, en la Legislatura del fin del dominio hegemónico, de 1994 a 2000.
Fue miembro del Consejo Editorial de la sección Mundo en el periódico EL UNIVERSAL.
Pensadores profundos lo buscaban, representantes de las fuerzas políticas pedían consejo, su casa en las calles de Guadalquivir, colonia Cuauhtémoc, fue el oasis de quienes a través de las décadas buscaban acercarse a su inteligencia.
Poseedor de una biblioteca que formó desde estudiante y que ya entrados en el siglo que corre tenía catalogados más de 22 mil títulos, Solana Morales recorría los pasillos de libros de un acervo que empezaba con obras de Ingeniería (su primera vocación), Filosofía, Ciencia Política (su camino definitivo), Economía, Derecho, Historia, Arte.
Un día dejó el campus universitario y Jorge de la Vega Domínguez, director de Conasupo, lo invitó a colaborar con él y así, el hombre de una familia de siete hermanos, como eran antes, que no había imaginado entregarse al servicio público, emprendió un recorrido de grandes esfuerzos.
Trabajó con los presidentes José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari en misiones que pusieron a prueba su talento, cultura, firmeza, estatura a la altura de los tiempos de la Guerra Fría, de la apertura económica de México.
La mesa de Fernando Solana Morales queda para la historia. Quienes fueron invitados a comer, a cenar, han de recordar las delicias de su pensamiento.
Era el convulso 1994, cuando un grupo selecto, la crema de la crema de los filósofos que habían sido reunidos para conversar con un joven que estaba en campaña por la Presidencia. Esa tarde, Luis Donaldo Colosio salió del oasis después de haber probado sus ideas con las de hombres sabios. El hombre que los reunía a todos, el ingeniero de la pluralidad, se ha marchado, pero antes trabajó para el futuro del país.