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francisco.resendiz@eluniversal.com.mx
Cuernavaca, Mor.— Humberto Moreira afirma que la cascada de procesos judiciales impulsados en su contra en México, España y Estados Unidos es consecuencia de las críticas y señalamientos que hizo al entonces presidente Felipe Calderón, “en las que admito rebasé la línea de respeto”.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el ex gobernador de Coahuila, recién llegado de España, donde fue detenido para investigarlo por presunto lavado de dinero y luego liberado, adelanta que regresará a la política. “La llevo en la sangre”, responde.
Se ve golpeado por el dolor de los últimos años. Tiene en la mente a su hijo José Eduardo, asesinado por Los Zetas, pero ahora su mano derecha es su hijo Rubén Humberto. La noche del miércoles que llegó desde Madrid platicaron hasta tarde.
Se ve desvelado cuando se sienta a la sombra del jardín de la casa donde vive, en Cuernavaca.
El también ex presidente nacional del PRI habla de otros políticos. Rechaza que el presidente Enrique Peña Nieto o el tricolor lo hayan dejado solo en estos últimos cuatro años y medio de denuncias en su contra, pues nunca pidió su apoyo o protección.
Niega que esté bajo un velo de impunidad. “Me han investigado hasta por debajo de la lengua”, ataja.
Sobre si la deuda que dejó en Coahuila lo perseguirá el resto de su vida, revira: “No voy a cargar con nada, pues la obra la puede ver un ciego”.
Desconoce por qué el gobierno de su hermano Rubén Moreira no ha detallado el destino de la deuda. Se sincera y dice que después de la embestida que ha vivido lo único que queda es su familia, que en España recibió el apoyo de todos sus hermanos y su madre para pagar su abogado, pero no del actual gobernador coahuilense.
“Se han ensañado conmigo”
¿Tiene miedo de regresar a la cárcel?
— ¿Miedo por qué?, soy en este país el personaje político que más demandas ha tenido, mis adversarios interpusieron una cascada de denuncias. Yo fui exonerado en mi país en la administración del ex presidente Calderón, se notificó a quienes me denunciaron y no apelaron.
No debo tener miedo, yo soy inocente y lo han dicho las autoridades de este país y de otros países. Esto que conocimos en España es una parte de las denuncias que interpusieron ellos. No se difundió lo suficiente mi inocencia, porque se atraviesa el asesinato de mi hijo y mi sentimiento estaba en otra parte. En España quedó todo claramente explicado.
Pero hay señalamientos en su contra en Estados Unidos...
—Tengo un documento de las autoridades americanas, del 10 de diciembre de 2015, que dice que no hay ninguna investigación en mi contra.
Hay quienes piensan que usted tiene un manto de impunidad....
—Pero me investigaron hasta por debajo de la lengua, investigaron a mi familia, a mi suegro, a mi esposa, no tuvieron piedad de mí cuando asesinaron a mi hijo. ¿Impunidad?, no.
Lo que tengo son elementos para demostrar que no soy ratero, que no desvié recursos, que no he blanqueado dinero, que no tuve nada que ver con la contratación ilegal de una parte de la deuda. Se han ensañado conmigo.
Como presidente del PRI fue muy crítico del presidente Calderón...
—Era mi papel como oposición, con altura y con nivel se señalaron las fallas. Que fui muy crítico, sí. Que me retiré del partido, tenía que hacerlo porque o me ocupaba de resolver mis asuntos de denuncias o de ganar todas las elecciones como lo hice cuando el partido estuvo bajo mi cargo.
¿Hay una embestida? ¿De dónde proviene?
—De que fui muy frontal por mi forma de ser, soy norteño y mi forma de ser es muy directa, y llegué en un momento, y lo admito, a rebasar una línea de respeto a la institución presidencial, y me refiero a la anterior administración, lo cual tuvo sus consecuencias.
¿Es esto?
—Sí, rebasé la línea, en las discusiones llegué a rebasarla y llegué a hacer críticas de tipo personal que dañaban la institución presidencial y que tuvo una consecuencia que la he ido pagando con enfrentar todas estas denuncias, y me ha servido en la vida para aprender.
¿Entonces hay una venganza en su contra?
—Se han ensañado, sí. Creo que se me pasó la mano a mí en las críticas, pero me parece que la gente se enferma cuando se venga.
¿Habrá una ofensiva suya?
— No, qué mejor ofensiva que la libertad de un juez. Si me pongo a pensar en vengarme no disfruto la vida. Dios es muy grande y esto da vueltas.
El coahuilense tiene un gimnasio completo en la parte trasera de su casa. Ahí hace ejercicio, golpea con fuerza un saco de arena. Muestra sus mejores golpes y adelanta su regreso a la política, a la que se hace desde la parte trasera de una camioneta en la que se gana el voto popular. Pero no deja de fumar.
¿Es usted un hombre rico?
—En el amor de mi familia y de mis amistades. No soy un hombre rico. Soy un hombre creyente, leo la Biblia, lo material es superficial y vanidad, no lo critico pero tengo otro tipo de riqueza.
Pero le transfirieron un promedio de 200 mil euros, ¿es poco dinero?
—Fueron 199 mil euros acumulados en un año, de los cuales hay un préstamo que se demostró al juez, al igual el pago de impuestos en México.
¿De qué vive?
—Tengo el negocio de asesoría y publicidad y de espectaculares. Tengo una pensión como maestro. Tengo dos plazas como maestro, pedí licencia hace muchos años sin goce de sueldo, hoy me jubilo en una de las dos plazas.
¿Sus ingresos alcanzan para viajar a España y hacer estos estudios?
—Sí. La Universidad de Burgos es una escuela pública, ahí un doctorado cuesta unos 8 mil pesos anuales, las maestrías son más caras. En total, después de dos años con gastos de titulación, son unos 26 mil pesos.
Lo han acusado de tener nexos con el crimen organizado. ¿Siendo gobernador tuvo contacto con Los Zetas u otro grupo criminal?
—Con ninguna organización criminal, de todos los temas que sacaron, del único en el que va a haber de parte mía demanda por daño moral es en ese tema. Esos señores mataron a mi hijo, cuando fui gobernador delegué en militares, a recomendación del entonces secretario —de la Defensa Nacional— Guillermo Galván, el tema de la seguridad. No permití que se me acercara ningún malandro.
Mataron a su hijo...
—El gobernador actual, que es hermano mío, con un grupo élite de la policía, ya no con militares, enfrenta a la organización criminal, matan al hijo de uno de los líderes, ellos buscan matar al hijo del gobernador y a quien matan es a su sobrino, mi hijo. Si alguien los enfrentó fuimos nosotros con el Ejército.
En la plática previa a la entrevista se le ve como un hombre creyente, que lee la Biblia, pero se le nota distanciado de su hermano Rubén.
Evita cualquier crítica o acusación contra el ex presidente Felipe Calderón. Ansioso, impulsivo, socarrón, mal hablado, bromista, se muestra tal cual… un poco más duro.
“Calderón endeudó más”
¿La deuda de Coahuila?
— ¿Sabe cuánto dejó de deuda el presidente Calderón? Es de millones de pesos, y nadie hablaba de ello pero tampoco la critico, él tenía que financiar. Mi deuda en Coahuila, si eres ciego, la puedes ver, es decir, que la puedes sentir.
Pero hay ex funcionarios cercanos a usted…
—También del gobierno federal y del gobierno estatal.
¿Lo traicionaron?
—El responsable era Sergio Fuentes, debe enfrentar esto ante autoridades. En el caso de Javier Villarreal, él fue y se entregó. No he hablado con ellos desde 2011.
Es un tema que va a cargar durante el resto de su vida...
—No voy a cargar nada. Las obras están ahí y el día en que me presente a una elección en mi tierra ahí, es cuando será la exoneración política y social, la legal ya la tengo.
¿En estos cuatro años y medio en los que ha sido acusado sintió que se quedó solo, sin el apoyo del PRI o del presidente Peña Nieto?
—No, no, no. Quedé en la lona con la muerte de mi hijo. Hay gente que no tuvo piedad. Conocí la condición humana. Pero no me sentí abandonado, porque no busqué tampoco, me dediqué a lo mío. Si hubiera estado tocando puertas y me las cierran, lo diría.
¿Va a volver a la política?
—Por supuesto. La política la llevo en la sangre. Tengo 49 años, he pasado por una tormenta, me mataron a mi hijo, me han demandado de todo y he salido exonerado. Estoy haciendo ejercicio y me estoy preparando para regresar a la política.
Tengo una deuda con mi madre que ha sufrido mucho y me debe volver a ver desempeñando un cargo político de elección, ahí será el mejor round.
“Usted no ande llorando como niño”
Moreira narra su breve estancia en la cárcel desde el momento de su detención en el Aeropuerto de Barajas. “Fue un momento muy difícil. Me detuvieron acusándome de varios delitos”.
¿Promovido por quién?
—La mano negra.
Usted ya sabe
— Tengo indicios claros de quiénes son y estarán recuperándose de mi libertad ante algo tan bien armado, con los dientes afilados.
Siete días...
—Fueron muy difíciles. Me separan de mi esposa, la dejan sin dinero. No fue una prisión VIP. Estuve con presos por asesinato, robo, lesiones, narcotráfico, pasé los fríos más terribles de mi vida. Tenía que estar cargando del por qué estaba ahí y sacaba mi denuncia, se carcajeaban los latinos y lo interpretaban como un asunto político.
Me pasaron a una mesa en la que estaban los líderes de los presos. Hubo un incidente en el que un amigo de Menorca se acobardó en una discusión, yo no y vieron los colombianos que no me rajé y me adoptaron ahí.
¿A cambio de qué?
—De nada, ellos sí son personas muy ricas. ¿A cambio de qué?, vieron que defendí al de Menorca y que lo ayudaba con la tarjeta de teléfono, que le compartía mi café, reconocieron el trato humano que tuve con él y me incorporaron con ellos. Me hizo popular el buen trato.
¿Tuvo miedo en la cárcel?
— Sólo en un momento. Hay un punto muerto dentro de prisión en el que los vigilantes no pueden ver, pero las cámaras apuntan a otro lado y los colombianos me hacen una advertencia. Me piden que les colabore con dos cosas. Me asusté porque me dicen que venía mi esposa a las 6:30 a verme, sabían todo de mí.
La petición fue: “Usted no ande llorando como niño cuando la vea, porque su mujer debe regresarse tranquila de aquí, lo debe ver tranquilo y serio. La segunda es que si usted se pone a lloriquear como niño, aquí vamos a tener que pelar a uno de estos porque no nos van a respetar ya, porque está usted con los latinos y tiene que comportarse como hombrecito”.
Se me pasó el único momento de miedo. Cuando salí libre los líderes de los presos Me dijeron: “No queremos volverte a ver aquí”. Al despedirme, quienes tenían mayor presencia me dijeron: “Nuestra amistad no le conviene, hasta aquí llegó nuestra amistad’. Una forma de ser muy diferente, cómo te pueden ayudar tanto a cambio de nada...
Moreira se anotó para trabajar en la prisión como maestro, no sabía cuándo volvería a ser libre. Salió siete días después.