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Morelia, Mich.— Dos mil 500 profesores de Michoacán presentaron ayer la evaluación para docentes en la que autoridades reportaron “saldo blanco y sin novedad”, pese a las manifestaciones que desde temprano realizaron los integrantes de la Sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Desde una noche antes, cerca de seis mil elementos de las fuerzas estatales y federales resguardaban el Centro de Convenciones de Morelia, donde se aplicaría el Examen de Evaluación y Desempeño del Servicio Profesional Docente.

La expectativa de la secretaria de Educación, Silvia Figueroa Zamudio, era de tres mil profesores evaluados y al final del camino la cifra alcanzó más de 2 mil 500.

Del total de maestros inscritos para la prueba de todas las regiones, 60 abandonaron el salón donde se iba a desarrollar debido a fallas en el equipo de cómputo; 40 de ellos lograron reincorporarse, no así los otros 20.

De acuerdo con la Secretaría de Educación, llegaron a un acuerdo para garantizarles el proceso de evaluación a estos 20 maestros.

En las calles de la capital michoacana integrantes de la CNTE realizaron una marcha en contra del proceso de evaluación. La disidencia exigió al gobernador Silvano Aureoles asumir su responsabilidad y hacer valer la soberanía del estado, señalamiento basado en el arribo de miles de policías federales que vigilaron la jornada de aplicación de los exámenes. Los inconformes se instalaron a pocos metros de distancia de donde iniciaba el cerco de seguridad y se tensaron los ánimos.

En la sede de la evaluación, nadie entró y ni salió sin ser debidamente identificado y pasar por un proceso de revisión exhaustivo. El cerco que rodeó al Centro de Convenciones se convirtió en una muralla de acero. Las fuerzas policiales se prepararon y esperaron al contingente disidente con estrategias de contención y movilidad.

Los policías previeron cualquier titubeo de la CNTE, incluso con tanquetas de agua, rinocerontes y 300 vehículos para un despliegue de última hora. No portaron armas de fuego, sólo equipo antimotín.

La CNTE claudicó ante la fuerza policial y tras cambiar el rumbo de su marcha se dirigió a la casa oficial de Gobierno, donde en cuestión de minutos no sólo decidieron diluir sus protestas, sino evidenciaron la fractura de su movimiento. Un grupo nutrido de disidentes confrontaron a su dirigente Juan José Ortega Madrigal, al que además de rechiflas le gritaron “agachón, vendido y dirigente entreguista” por que decidió no continuar con el boicot en contra de la evaluación.

Esta escisión del magisterio democrático liberó las vialidades y vació las calles por las que se manifestaban. Tras casi siete horas de evaluación, los dos mil 500 profesores concluyeron y fueron trasladados en autobuses a sus lugares de origen bajo la custodia de la Policía Federal, cuyos agentes implementaron un despliegue final.

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