El 2015 fue el año de crecimiento de atribuciones del Instituto Nacional Electoral (INE) y 2018 se prevé que sea el del estreno, pues a partir del próximo año iniciará la construcción de su nueva sede: dos torres de 14 pisos, macrosala de prensa y Plaza de la Democracia, además de edificios remodelados, como parte de su nueva cara.
Para ello se invertirán 942 millones de pesos, más equipamiento. En total casi mil 100 millones de pesos, a precios actuales.
Con su nueva imagen, el INE busca dejar atrás edificios grisáceos bardeados y con mallas de seguridad —reforzados después de las protestas
poselectorales de 2006— hacinamiento en oficinas y millonario pago en rentas de inmuebles.
En su lugar, proyecta un amplio pórtico con zonas ajardinadas para dar la bienvenida a visitantes y trabajadores; huerto de árboles frutales, dos torres inteligentes, cada una de 14 pisos y con azoteas verdes.
Funcionarios electorales y empleados gozarían de nuevas oficinas, estacionamiento y zona deportiva, complejo de regaderas y vestidores, e incluso pista ciclista interna pensada para mejorar el clima laboral y la productividad de los funcionarios.
La obra, que se prevé arranque en mayo de 2016, se desarrollará en un escenario de crisis y probable encarecimiento de costos, resultado de cambios en la paridad peso-dólar, reconoce en entrevista con EL UNIVERSAL Bogart Montiel Reyna, director ejecutivo de Administración del INE.
Pero “el costo de no hacer las cosas es mucho más caro”, explica, pues la nueva sede permitirá ahorros de aproximadamente 80 millones de pesos anuales que hoy se pagan en la renta de nueve inmuebles dispersos en el Distrito Federal, en los que operan, entre otras, sus áreas de Contraloría General, Administración y Registro Federal de Electores (RFE), además de estacionamientos para trabajadores.
Se busca ahorrar también 30 millones de pesos trianualmente, que es lo que suele gastar el instituto en cada elección federal sólo para la operación de una macrosala de prensa desmontable, que dura dos semanas.
Hoy se pretende concentrar todo en un solo sitio: el Conjunto Tlalpan, que 24 años ocupó el Instituto Federal Electoral y heredó el INE, localizado al sur de la ciudad.
Ahí, cuatro edificios ocupan 22 mil metros cuadrados y otros 33 mil están libres, por lo que se piensa levantar dos torres, con criterios de sustentabilidad y accesibilidad para personas con capacidades diferentes y respeto al peatón, mismos que no se tomaron en cuenta cuando se construyeron los edificios actuales, pues no eran relevantes, expone Montiel Reyna.
El funcionario detalla que el proyecto del arquitecto Héctor de la Peña López fue el ganador del Concurso Nacional de Ideas, el cual el INE desarrolló durante cuatro meses para incorporar a la comunidad en el diseño de su inmueble.
El proyecto ganador, expone, cumple el eje social, pues la obra tendrá un impacto relevante al aportar un espacio público a los ciudadanos, y también con el eje económico, debido a que permitirá ahorros no sólo en arrendamientos sino en toda la operación de las torres.
Además de las ventajas arquitectónicas, de acuerdo con el fallo, la propuesta ganadora implica una “disminución del riesgo presupuestal”, pues será factible construirla en fases independientes, cada una funcional, y que unidas forman una visión integral.
Es decir, explica Montiel, se ha calculado que aun en un escenario de disponibilidad parcial de recursos no quedará una obra inconclusa.
El plan
Montiel Reyna, quien como responsable de Administración del INE será quien conduzca la licitación de la obra, calcula ésta para principios del próximo año e inicio de trabajos de excavación y cimentación de las torres gemelas para el mes de mayo.
Según el proyecto, siete meses después estarían concluidos 2 mil 100 metros cuadrados de plaza ajardinada —un sistema de terrazas— y la sala multiusos —macrosala de prensa—, base de los dos edificios.
Éstos albergarían 43 mil metros cuadrados de oficinas, cuya conclusión llevaría de ocho a 12 meses y contarían con equipamiento de esclusas blindadas para sitios estratégicos, telefonía avanzada, comunicación satelital, video-conferencia tridimensional; aplicación de tecnologías de alto rendimiento y bajo mantenimiento.
Se trata de un plan sustentable, pues incorpora un sistema de recolección de aguas pluviales para su uso en mingitorios y escusados, sistema de celdas fotovoltaicas para iluminación con luz solar, además de una planta de reciclaje de aguas negras.
En el primer trimestre de 2017 —según lo proyectado— podría llevarse a cabo la mudanza de consejeros electorales, representantes de los partidos políticos y direcciones de Organización y Educación Cívica, además de áreas ubicadas en edificios hoy rentados, a las torres. Es decir, comenzarán los primeros ahorros. Le seguiría entonces la construcción de la Plaza de la Democracia, que estará arbolada, y el edificio pórtico, cuyos conceptos son transparencia, apertura del instituto al exterior y comunicación con el entorno urbano, expone Montiel Reyna.
La idea es proveer de un espacio público a la ciudad, de acuerdo con el creador del concepto, que sintetizó éste como “la experiencia peatonal y el espacio público”.
De hecho, esta zona podría convertirse en el centro de protestas y movilizaciones, que no han faltado al INE, se cuestiona a Montiel.
Pero ya “hay manifestaciones en la entrada, en la banqueta, el parque, en la reja. Lo que se afecta es la vialidad (...) que pueda volverse esta plaza pública en un marchódromo (sic), como cualquier espacio”, pero se trata de garantizar la libre expresión, detalla. Aun así, el acceso al INE será controlado, y se propone para ello un lector de iris del ojo, ergonometría de la mano, huella dactilar y tarjetas de proximidad.
En esa misma fase se realizaría la reforestación de áreas verdes y demolición de uno de los cuatro edificios existentes, en tanto que la última se desarrollaría en 2018, cuando los inmuebles “viejos” serían remodelados, además de construcción de la zona deportiva.
De acuerdo con Montiel, las remodelaciones serían mínimas y, en cuanto al equipamiento de las nuevas oficinas, se buscará darle utilidad a los equipos informáticos y mobiliario existentes.
El gasto
El INE cuenta hoy con 719 millones de pesos autorizados por la Cámara de Diputados y para 2016 solicitó 743 millones de pesos más, lo que suma mil 462 millones, de los cuales mil 100 se destinarán para la conclusión de la obra. El resto del recurso será para la edificación de cinco juntas locales en igual número de entidades.
Pero en caso de que iniciara una primera parte y se disparara la cotización del dólar, con el consecuente encarecimiento de materiales, la del INE no será “una obra que se va a quedar parada, un elefante blanco”, asegura el director ejecutivo de Administración del instituto.
Esto porque el jurado —coordinado por el Premio Nacional de Arquitectura 2013, Enrique García Formentí— consideró “aquéllas propuestas en las que con la aplicación del dinero que hoy se tiene se logre edificar obras concluidas.
“Es decir, en el ideal de necesidades se requieren dos torres, pero si no hay disponibilidad de recursos, con lo que hoy se tiene se avanzará”, asegura.
Si se autoriza lo solicitado para 2016, sigue la obra, pues en el concurso, señala, estuvo presente el imaginar “los peores escenarios, y en ese caso se disminuye la expectativa de construcción. Puede ser que no hagamos las dos torres al mismo tiempo, porque si se acaba el dinero se quedan chaparras.
“Mejor hacemos primero una y si las circunstancias económicas son favorables, es decir, si se conserva el precio del acero y materiales, entonces se hace la segunda parte, que incluye el pórtico; y la tercera, la remodelación de los edificios existentes, pero esa planeación aún será analizada”.
Dijo que se tomaron previsiones, ante la posibilidad de fallas en la planeación, como el edificio vecino, el de Ciencias Genómicas —caracterizado por la inundación de su estacionamiento subterráneo—. El INE mandó a hacer el estudio de mecánica de suelos y geología para tomarlo en cuenta en los diseños.
Se previó —con autoridades del GDF— las necesidades de agua, luz, permiso de uso de suelo, áreas permeables y altura de construcción para no avanzar en un plan inviable.