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Morelia, Mich.— José Alfredo López Guillén, el cura que fue secuestrado el pasado lunes en la comunidad de Janamuato, municipio de Puruándiro, Michoacán, se ganó la admiración de la comunidad sacerdotal de la Arquidiócesis de Morelia, debido a su introvertido carácter y la manera en la que se conducía.
A sus 43 años de edad y 15 como ministro religioso, a López Guillén nunca se le vio con un cigarro o llevarse una copa a la boca y era notorio que no le gustan las cosas ostentosas y caras, platican a El Universal sus ex compañeros.
De acuerdo con los registros de la Iglesia católica, Alfredo López, nació el 13 de octubre de 1973 en Panindícuaro, Michoacán. Sus padres fallecieron hace algunos años, lo que representó uno de sus peores momentos en la vida, antes de ser secuestrado.
El párroco, de la Iglesia de la Santísima Trinidad de Janamuato, se ordenó el 7 de junio de 2001 en la Catedral de Morelia, por lo que acababa de cumplir 15 años de sacerdocio, luego de haber cursado 11 años de formación presbiteral en el Seminario Diocesano de la capital michoacana.
Era amante de la lectura y muy entregado al estudio y a la oración; tranquilo, paciente, reflexivo y muy cuidadoso de su salud, aunque algo reacio al deporte.
“Le gusta mucho la ropa blanca y negra y, pese a ser una persona reservada, estaba lleno de una carcajada muy peculiar, aunque conservadora”, describe uno de sus compañeros de generación.
José Alfredo López Guillén estuvo como párroco en Eménguaro, municipio de Salvatierra, Guanajuato, y en la Parroquia de la comunidad La Luz, en Puruándiro. Desde hace un año se hizo cargo de la parroquia de Janamuato, en los límites de Michoacán con el estado de Guanajuato.
El joven sacerdote, de 1.65 de estatura, complexión media y tez blanca, fue vicario ocho años desde su ordenamiento y en 2009 ocupó su primera responsabilidad como párroco en Guanajuato.
Tras conocer su desaparición, la Iglesia católica señaló que junto con sus feligrese elevaría sus plegarias por él.