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La trágica muerte de Aylan Kurdi, el niño sirio que se ahogó en la costa de Turquía hace un año, despertó una avalancha mundial de emociones y peticiones para tener una respuesta de apoyo más efectiva y humana hacia los refugiados y los migrantes.
Más recientemente, la imagen de otro niño sirio, Omran Daqneesh, que se sienta aturdido en la parte trasera de una ambulancia después de un ataque aéreo en Alepo, nos hizo entender el inmenso costo de la guerra e impulsó un nuevo llamado para poner fin a la tragedia.
Sin embargo, respuestas para paliar el sufrimiento, llegan después de ocurridos los acontecimientos, después de que las comunidades han sido desarraigadas, el sustento económico destruido y generaciones perdidas por la violencia. Por razones morales, por razones de seguridad y por razones económicas debemos de ser más efectivos en prevenir los conflictos violentos antes de que ocurran.
Los Estados miembros de las Naciones Unidas subrayan ahora la necesidad de cambiar de un enfoque reactivo a uno preventivo y de abordar las causas profundas para prevenir el conflicto, lo que se conoce como la agenda de la “paz sostenible”.
El año pasado, los gobiernos se comprometieron para “no dejar a nadie atrás” en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Los motivos del conflicto subyacen en la desigualdad estructural que fomenta el descontento y la desesperanza. Y una vez que se le permite afianzarse, el conflicto violento es probablemente el mayor obstáculo para alcanzar los objetivos incluidos en la Agenda 2030 para acabar con la pobreza, fomentar la prosperidad, promover sociedades pacíficas e inclusivas y proteger el planeta. La agenda de la paz sostenible y de la Agenda 2030 se refuerzan mutuamente y necesitan ser implementadas al unísono.
La complejidad de los conflictos basados en la desigualdad y la exclusión señalan que la paz sostenible requiere de enfoques comprehensivos, que incluyan acciones políticas, de seguridad, justicia, desarrollo y derechos humanos que apoyen los esfuerzos nacionales, con las mujeres y los jóvenes jugando un papel central.
Esto requiere del liderazgo y del constante interés de la comunidad internacional. Al respecto, el pasado abril, los Estados Miembros acordaron conceder su apoyo. Resoluciones históricas de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad hicieron un llamado al Sistema de las Naciones Unidas para dejar atrás las visiones fragmentadas y actuar de manera unánime para alcanzar la paz sostenible.
Nosotros, los gobiernos de Kenia, México, Países Bajos, la República de Corea, Somalia, Sri Lanka, Suecia y el Reino Unido, deseamos impulsar la agenda de la paz sostenible copatrocinando una Conferencia de Promesas de Contribuciones para el Fondo para la Consolidación de la Paz del Secretario General de las Naciones Unidas.
El evento, a realizarse el 21 de septiembre, busca 300 millones de dólares para financiar proyectos durante tres años. Considerando que 80 por ciento de las necesidades humanitarias se desprenden de conflictos violentos, si podemos prevenirlos, estaríamos evitando un tremendo sufrimiento y ahorrando miles de millones de dólares en intervención.
El Fondo para la Consolidación de la Paz está posicionado de manera única para apoyar a los países que emergen del conflicto violento o están en riesgo de caer en la violencia. El Fondo puede asumir riesgos financieros y políticos que otros no son capaces de asumir. Por ello, a menudo sienta las bases para que fondos mucho más grandes se sumen.
En Sri Lanka, el PBF financió el reasentamiento de 7 mil personas en tierras que habían perdido durante años de conflicto. En Mali, el Fondo inició el proceso para alojar a combatientes que entregaron sus armas en campamentos militares, incentivando al Banco Mundial a comprometer 26 millones de dólares para su reintegración social después de su desmovilización. En Somalia, el Fondo está financiando el establecimiento de gobiernos locales en lugares que no han contado con instituciones legítimas por más de una generación.
La recapitalización del Fondo es un costo menor a pagar por un esfuerzo que genera enormes dividendos en términos de la creación de sociedades estables y justas, así como el apoyo de economías viables, sin omitir la prevención de innumerable cantidad de víctimas de la violencia. Por eso es que hacemos un llamado a los demás Estados Miembros a invertir en el Fondo.
Más allá del compromiso financiero, la agenda de la paz sostenible también hace un llamado a la cooperación compartiendo conocimientos y a la construcción de la paz a través del intercambio de conocimientos especializados entre países que enfrentan adversidades similares. Cada actor tiene un papel a desempeñar.
Debido al trabajo del Fondo para la Consolidación de la Paz y otras iniciativas para la construcción de la paz en los últimos 10 años, sabemos bien cómo enfrentar las causas profundas del conflicto y cómo promover la paz sostenible.
Con la agenda de la paz sostenible convirtiéndose en un objetivo central del trabajo de las Naciones Unidas, la Organización está en una posición como nunca antes para cumplir con la primera línea de su Carta fundacional: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra…”.
Coautores: S.E. Amina C. Mohamed, secretaria de Gabinete para Asuntos Exteriores de la República de Kenia; S.E. Sra. Claudia Ruiz Massieu Salinas, secretaria de Relaciones Exteriores de México; S.E. Albert Koenders, Ministro de Asuntos Exteriores del Reino de los Países Bajos; S.E. Yun Byung-se, Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Corea; S.E. Abdusalam Hadliyeh Omer, Ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Somalia; S.E. Mangala Samaraweera, Ministro de Asuntos Exteriores de la República Socialista Democrática de Sri Lanka; S.E. Margot Wallström, Ministra de Asuntos Exteriores de Suecia; S.E. Baronesa Anelay, Ministra de Estado de la Oficina del Exterior y de la Mancomunidad de Naciones, Reino Unido