Mariano Rajoy logró ayer el dudoso honor de ser el primer presidente de la democracia española en testificar en un caso de corrupción mientras ejerce su mandato.
El jefe de gobierno aportó información al tribunal sobre su gestión entre 1999 y 2005 como ex vicesecretario general, ex secretario general y presidente del conservador Partido Popular (PP), que es sospechoso de haber funcionado durante ese periodo como una gran maquinaria que captaba comisiones ilegales que ocultaba a la justicia mediante una contabilidad paralela.
Rajoy acudió a una sede secundaria de la Audiencia Nacional en la localidad madrileña de San Fernando de Henares entre grandes medidas de seguridad. Entró por un acceso reservado y no se sentó como un testigo más frente al tribunal, sino que se le habilitó una mesa propia para “preservar su imagen institucional”. Desmintiendo las pruebas reunidas en los llamados “papeles de Bárcenas” (la contabilidad paralela que mantenía uno de los tesoreros del PP, Luis Bárcenas), Rajoy declaró que “jamás” cobró sobresueldos, no recibió “dinero negro” en sobres y nunca oyó que hubiera empresarios de la construcción que pagaban comisiones al PP a cambio de contratos de obra pública. “No he oído nada, porque jamás me he ocupado de asuntos económicos en el partido”, explicó.
El presidente aseguró que, durante sus 30 años en el ejecutivo del PP, jamás se analizaron las cuentas del partido. Una de las novedades en la comparecencia fue que Rajoy ya no negó que existiera una caja B con la contabilidad paralela del partido, sólo dijo desconocerla.
Rajoy insistió en que la única persona que puede responder por las cuentas del PP son el acusado Luis Bárcenas y el anterior tesorero, Álvaro Lapuerta, que sufre demencia senil.
También aseguró no conocer a Francisco Correa, acusado de liderar la trama corrupta Gürtel, de la que supuestamente se beneficiaba el PP, a pesar de que Correa era el empresario que organizaba más actos electorales para el partido y Rajoy trabajaba en esos años como encargado de la campaña electoral. “Desconozco las actividades de Correa porque ni lo conocía, ni estaba en las actividades a las que hacía referencia. Lo siento, pero las cosas son como son y no como a alguno le gustaría que fueran”, dijo Rajoy.
A lo largo de sus dos horas de testimonio, el presidente también fue preguntado por los mensajes de texto que se cruzó con Bárcenas cuando éste ya estaba encausado por la justicia. En esos SMS, el presidente le decía “Luis, sé fuerte” y “hacemos lo que podemos”. Rajoy dijo ayer que ese tipo de mensaje “no significaba nada”.
El presidente llevaba meses preparando su intervención frente al tribunal. Se mostró tajante, no dejó respuestas sin contestar y no rehuyó el cuerpo a cuerpo con los abogados que le interrogaron. “No parece un razonamiento muy brillante”, le dijo a uno de ellos. “Me parece que se ha equivocado usted de testigo”, fue otra de sus frases más sonadas.
Tras la declaración, todos los partidos de la oposición le pidieron a Rajoy que dimitiese. Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, calificó el de ayer como un “día negro para la democracia” y exigió al presidente: “Presente su dimisión esta misma mañana, ponga fin a su agonía o terminará agonizando las instituciones españoles”.
Pablo Iglesias, de Podemos, dijo que sintió “vergüenza” por el tono de “impertinencia y chulería” con que Rajoy se dirigió a los abogados. Incluso Ciudadanos, partido de centro derecha que lo apoyó en la investidura presidencial, calificó de “poco creíble” su testimonio, en palabras de su secretario, José Manuel Villegas.