Apoyado por la ciudadanía y el Congreso, el polémico presidente filipino, Rodrigo Duterte , ha encontrado oposición en un colegio de monjas de Manila , donde miles de niñas se han puesto en pie de guerra contra la sangrienta " guerra antidroga ".
Con solo 13 años, la alumna Shabby de Guzmán ha pasado de ser víctima de ciberacoso en redes sociales por criticar a Duterte a erigirse como símbolo y líder de facto de las escolásticas rebeldes que salieron hoy a la calle para protestar en pleno centro de la capital.
"Todo empieza con la juventud. Puede inspirar a mucha gente porque los jóvenes son el símbolo de la esperanza y la luz de una nación", indica a Efe esta joven activista, cuyas gafas negras y redondas protegen una mirada tímida que contrasta con la inquebrantable determinación de mejorar su país.
Para lograr este objetivo, Shabby cuenta con su propio ejército: más de mil alumnas de entre 13 y 16 años uniformadas con la indumentaria blanca y azul marino del colegio Santa Escolástica, un centro privado de élite a cargo de monjas benedictinas en el barrio manileño de Malate .
En muchas de sus pancartas se lee la palabra " Dutertador ", mezcla de Duterte y dictador, creada por el grupo Youth Resist (Resistencia de la juventud) para afear al presidente su conocida costumbre de arengar a las multitudes a que maten sin piedad a narcotraficantes y drogadictos .
En su afán por acabar con las drogas a toda costa desde que llegó al poder hace un año, Duterte ha creado un clima de impunidad en el que más de 7 mil sospechosos -según estimaciones- han perdido la vida, la mitad de ellos a manos de agentes de la policía tras supuestamente resistirse.
A pesar del sangriento balance, lo cierto es que el presidente conserva un fuerte respaldo entre la población -un 82% según una encuesta publicada esta semana- y tiene de su lado a la mayoría de diputados y parte de los senadores que componen el bicameral Congreso de Filipinas .
Ante la comodidad que le otorgan estos apoyos, las niñas del Santa Escolástica se han propuesto convertirse en la piedra del zapato de Duterte.
"Es difícil lograr el cambio, pero prefiero intentarlo antes que pensar que no hice nada para luchar contra esta situación", asegura a Efe la estudiante Yuki Abion , con una sorprendente elocuencia verbal dada su corta experiencia de solo 14 años.
Para Yuki, cuya pancarta reza "hindi ito isang lapida" (esto no es una lápida), el principal problema de la campaña antidroga es la trivialización del asesinato como modo de combatir el crimen y la drogadicción, males endémicos de un país en desarrollo y con grandes desigualdades sociales entre sus 100 millones de habitantes.
"El problema es pensar que el asesinato es patriótico, que nos animen a asesinar con el argumento de que algunas personas no lo son. La noción de que unas vidas valen más que otras es falaz por naturaleza, y esa es la influencia que el presidente está dando a los jóvenes", explica la adolescente.
Su compañera y líder estudiantil Shibby, que asegura no tener miedo a pesar de recibir el constante acoso de los "cyber trolls" oficialistas, cree que torcer el brazo de hierro de Duterte pasa por "abandonar la zona de confort de los smartphones e internet y salir a la calle".
"Mi mensaje es: no tengas miedo. Si amas a tu país ve a manifestaciones, habla con la gente, háblales de las ejecuciones extrajudiciales", concluye la niña que sueña con poner en jaque al hombre más poderoso de Filipinas.
lsm