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El presidente Donald Trump y su incapacidad de controlar la verborrea en redes sociales podrían haber enterrado de forma definitiva su decreto para vetar la entrada a Estados Unidos de refugiados e inmigrantes de países de mayoría musulmana.
El fin de semana exigió que se aplicara la restricción de viaje, pero ayer despertó con una tormenta de tuits que no hicieron ningún favor a su equipo legal para defender la constitucionalidad de la iniciativa ante el Tribunal Supremo.
“El Departamento de Justicia debería haber mantenido la Prohibición de Viaje original, no la versión diluida y políticamente correcta que enviaron al Tribunal Supremo”, escribió.
El presidente pareció olvidar no sólo que él fue quien aceptó y firmó la segunda versión del polémico veto migratorio, sino que, además, reconoció que el texto tiene la misma intención que el primero.
“El Departamento de Justicia debería pedir una audiencia exprés sobre la aguada Prohibición de Viaje ante el Tribunal Supremo, y buscar una versión más dura”, exigió, al tiempo que volvió a criticar un sistema judicial “lento y politizado”.
La Casa Blanca confirmó que el 1 de junio pidió al Supremo revisar y revertir el bloqueo judicial sobre la segunda versión del veto, instaurado a nivel nacional por un juez de Maryland y confirmado por un Tribunal de Apelaciones.
El Supremo todavía no ha decidido si va a estudiar el caso de forma inmediata y está a la espera de las alegaciones de organizaciones proderechos civiles y de las fiscalías de los estados que retaron al presidente, con el 12 de junio como fecha límite.
Los tuits del presidente pueden acabar provocando que el tiro salga por la culata. Los republicanos pusieron el grito en el cielo, entre ellos George Conway, marido de una de las principales asesoras del magnate, Kellyanne Conway.
“Estos tuits quizá harán que alguna gente se sienta mejor, pero ciertamente no ayudan a la oficina del procurador General para conseguir cinco votos en el Tribunal Supremo, que es lo que realmente importa. Triste”, tuiteó Conway.
“Trump es su peor enemigo y quizá el peor cliente que [el Departamento de Justicia] podría tener”, opinó Josh Blackman, reconocido profesor de leyes del South Texas College.
Lo que podría hacer más daño es que Trump reconoce que la iniciativa es una “prohibición”, algo que la Casa Blanca se había negado a admitir. “La gente, los abogados y las cortes podrán llamarlo como quieran, pero lo llamo como lo que necesitamos y lo que es, una Prohibición de Viaje”, reafirmó.
Los opositores al veto se frotan las manos. “No necesitamos esta ayuda, pero la tomaremos”, agradeció el abogado representante del estado de Hawaii, Neal Katyal.