El nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, ha generado grandes expectativas en sus primeras apariciones internacionales, incluyendo el firme apretón de manos con su par de Estados Unidos, Donald Trump, o su postura firme ante los mandatarios turco Recep Tayyip Erdogan y ruso, Vladimir Putin. Sin embargo, aún es pronto para sacar conclusiones, dice la doctora Adela Alija, directora del área de Relaciones Internacionales de la Universidad Nebrija, a EL UNIVERSAL.

¿Macron ayudará a la Unión Europea a salir de la atonía?

—Macron, hoy por hoy, es un misterio. Se habla del “enigma Macron”. Tiene un perfil técnico y sus planteamientos políticos son eclécticos. El gobierno que ha formado muestra su voluntad de conciliar posiciones y sacar a Francia del decaimiento. Esa voluntad de regeneración se extiende a sus planteamientos europeístas. Su discurso sobre el papel de Europa —si bien es controvertido por algunas de sus ideas, como la “refundación” de Europa y la reforma de los tratados, o el eurobono— no deja dudas sobre su compromiso.

¿Será sostenible la firmeza de Macron con Trump, Putin y Erdogan?

—Macron pretende sentar posiciones frente a líderes que representan formas y contenidos políticos de los que quiere distanciarse. Su posición globalista y de apertura económica frente al proteccionismo populista de Trump; su denuncia de las interferencias de Putin, que apoyaba a [la ultraderechista Marine] Le Pen en las elecciones francesas, así como las claras diferencias con Rusia en Ucrania o Siria; el encontronazo con Erdogan por la libertad de prensa y su utilización del tema de los refugiados… Macron se ha referido a los tres líderes como figuras que ven las relaciones internacionales como relaciones de poder y ha afirmado que no hará concesiones ni siquiera en los pequeños gestos. Veremos el recorrido de sus posturas; hasta el momento están refrendadas por una apuesta por el multilateralismo y el acuerdo de sus socios europeos.

¿Es un error amplificar la contundencia del lenguaje corporal de Macron, cuando él insiste en que su conversación con Trump fue constructiva?

—No es el comportamiento de Macron sino el de Trump el que resulta llamativo: cuestionamiento de las alianzas, de los acuerdos mundiales, empezando por el climático; distanciamiento y problemas con América Latina; alejamiento de Europa, sin que el acercamiento a Rusia sea posible, todo aderezado con unas formas que no siguen los códigos de buenas maneras de la diplomacia.

¿Francia puede estar a la altura de estas expectativas, siendo un país con posibilidades limitadas de marcar la agenda?

—Esa estrategia sólo se puede sustentar en el seno de la Unión Europea. En la medida en que el eje franco-alemán funcione, en la medida en que la maltrecha y poco relevante política exterior de la UE adopte posiciones comunes, el papel de Francia será más fuerte. No podemos ser muy optimistas: la trayectoria de la política exterior y de seguridad de la UE nos muestra las dificultades para conseguir una voz común.

Macron parece optar por el estilo solemne y distante de un presidente-rey. ¿Es posible esa figura en la era de la hiperinformación?

—Macron todavía es un misterio... Es un político recién llegado, sin un partido detrás. La formación En Marcha debe consolidarse como opción partidista, su condición de “socioliberal” debe plasmarse en decisiones que quizá resulten sorprendentes. Yo no lo calificaría de presidente-rey. Veamos. Es pronto para un análisis.

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