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Kabul.— Al menos 90 personas murieron ayer y 400 resultaron heridas, incluyendo mujeres y niños, en un atentado con camión-bomba en el barrio diplomático de Kabul, marcando un sangriento comienzo del Ramadán, mes de ayuno sagrado musulmán.
El ataque, uno de los más violentos contra esta zona ultraprotegida en donde hay numerosas embajadas, se llevó a cabo en hora pico.
“La explosión [estuvo] causada por una cisterna de agua que contenía más de una tonelada y media de explosivos. Dejó un cráter de 7 metros de profundidad”, indicó a la AFP una fuente occidental en Kabul. La carga explosiva del camión bomba fue accionada por un kamikaze hacia las 08:30 horas locales, según el ministerio de Interior.
La explosión provocó una potente onda expansiva que causó numerosos daños en los alrededores, según imágenes aéreas difundidas por el canal afgano Tolo.
El ataque no ha sido reivindicado ni tampoco se conoce bien cuál era su objetivo. Según la embajada estadounidense en Kabul la explosión se produjo “cerca de la embajada de Alemania (...) en una calle frecuentada”.
La agencia de inteligencia de Afganistán acusó a la red yihadista Haqqani, aliada de los talibán, de haber perpetrado el ataque. Pero los talibán, que anunciaron a fin de abril el inicio de su “ofensiva de primavera”, afirmaron en Twitter no estar implicados en este atentado de Kabul, que condenaron “con firmeza”. En el pasado los talibán no reivindicaron los atentados en los que la cantidad de víctimas civiles resultaba ser muy elevada. La organización yihadista Estado Islámico (EI), autora de varios atentados sangrientos en Kabul en los últimos meses, no se había pronunciado hasta anoche.
Entre los fallecidos figuran 11 guardias de seguridad afganos de la embajada de Estados Unidos, indicó a la AFP un responsable estadounidense en Washington. También murieron un guardia afgano de la embajada de Alemania y un chofer, también afgano, de la BBC, así como un periodista de Tolo 4. Cuatro periodistas de esta cadena británica están entre los heridos. La explosión fue tan fuerte que sacudió una gran parte de la ciudad, causando pánico entre la población y rompiendo puertas y ventanas.
Varias embajadas dieron cuenta de daños materiales, entre ellas la de Francia, Alemania, Japón, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, India y Bulgaria.
El presidente afgano Ashraf Ghani condenó el “cobarde” atentado, que describió como “crimen de guerra”, mientras que el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, declaró que “tales ataques no modifican” la determinación de su país de “apoyar al gobierno afgano en sus esfuerzos para estabilizarse”.
La misión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el país saludó “la vigilancia y el coraje de las fuerzas de seguridad afganas que impidieron al vehículo” adentrarse aún más en la zona diplomática.
El papa Francisco denunció, por su parte, lo que llamó ataque “abyecto”.
El atentado se produce en un contexto de gran incertidumbre para Afganistán. El presidente estadounidense Donald Trump está examinando el posible envío de miles de militares para hacer frente a la situación. Estados Unidos, implicado en Afganistán en el conflicto más largo de su historia, mantiene a 8 mil 400 hombres junto a 5.000 militares de los Estados aliados.