Al menos 45 personas han muerto durante la última ola de violencia registrada en el centro de la República Centroafricana, donde cerca de 11.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, alertó hoy Human Rights Watch (HRW).
En los últimos meses, facciones armadas de los exrebeldes Séléka, de mayoría musulmana, y las milicias cristianas antiBalaka han perpetrado diferentes ataques en la provincia de Ouaka pese al despliegue en la zona de unos 1.000 miembros la misión de Naciones Unidas en el país (MINUSCA).
"Mientras estas facciones compiten por el poder en la República Centroafricana, los civiles están expuestos en todas partes a estos ataques mortales", denunció en un comunicado el investigador para África de HRW, Lewis Mudge.
Una reciente investigación de la organización documentó al menos 45 muertes, entre ellas las de 15 niños, en los últimos tres meses, aunque advirtió de que "el número total es probablemente más alto porque hay personas todavía desaparecidas".
La última ola de violencia empezó a mediados de febrero, cuando combatientes antiBalaka emboscaron a un grupo de civiles que viajaban en una camioneta y mataron a 16 personas.
Según relató a HRW una superviviente que sufrió una herida de bala en la pierna, una veintena de atacantes dispararon contra el vehículo con kalashnikovs y rifles.
Desde entonces, los ataques en la zona son constantes y se han convertido en un "ciclo de represalias", según fuentes de las autoridades locales, que explicaron que cuando "un grupo mata a una persona, el otro grupo mata a otras tres. Después, el primero matará a una veintena".
Según HRW, la escalada de la violencia subraya la importancia de poner en marcha el Tribunal Criminal Especial (SCC, en sus siglas en inglés), aprobado por ley en 2015 y que estará integrado por jueces y fiscales nacionales e internacionales para investigar los crímenes más graves cometidos desde 2003 en el país.
Recientemente, Médicos Sin Fronteras también alertó de docenas de muertos a causa del repunte de la tensión entre grupos armados rivales que buscan el control del territorio y sus recursos.
El país vive un complicado proceso de transición desde que en 2013 los exrebeldes Séléka derrocaran al presidente François Bozizé, desatando una ola de violencia sectaria entre musulmanes y cristianos que causó miles de muertos y ha obligado a cerca de un millón de personas a abandonar sus hogares.
La elección de Faustin Archange Touadéra como nuevo presidente en febrero de 2016 debía abrir una nueva etapa para República Centroafricana, que sin embargo todavía tiene muchos problemas para controlar a los grupos rebeldes en zonas alejadas de la capital.