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Quien en su día fuera el fugitivo más buscado del mundo, el terrorista venezolano apodado Carlos "el Chacal" compareció el lunes ante una corte francesa por un atentado contra un centro comercial de París en 1974, un juicio que las familias de las víctimas esperaban desde hace décadas.
Ilich Ramírez Sánchez está acusado de lanzar una granada de mano desde un restaurante contra una galería comercial en el barrio latino de la capital francesa. Dos personas murieron y decenas resultaron heridas en el popular Drugstore Publicis.
Ramírez Sánchez, que ahora tiene 67 años, cumple cadena perpetua en Francia por una serie de asesinatos y ataques perpetrados u organizados en el país en nombre de la causa palestina en las décadas de 1970 y 1980.
Al inicio de la audiencia el lunes, Ramírez Sánchez denunció todo el proceso como "una grotesca manipulación de la justicia" 42 años después del ataque. El venezolano ha negado haber estar involucrado en ese incidente y se ha declarado inocente.
La interacción entre Carlos y un panel de jueces resultó en algunas respuestas poco frecuentes de un preso que alega inocencia.
Cuando se le pidió enunciar su profesión, contestó: "revolucionario profesional" y dijo que "me va muy bien" en la cárcel, donde ha estado más de 20 años.
En un momento, el juez principal le preguntó si tenía algún cargo de conciencia.
"Sí, tengo el remordimiento —porque soy compasivo— de no haber matado a quienes debí haber matado", respondió Carlos.
"Me agradan las personas. Conozco la violencia. Me disgusta la violencia. Conocí masacres", agregó.
Cuando se refirió a cuál era su comportamiento habitual frente a situaciones tensas, Carlos dijo ante la corte: "Ver la escena y abrir fuego antes que los demás. No hay nada especial, lo tenía desde nacimiento".
Si se le declara culpable en el nuevo juicio ante un tribunal especial por terrorismo, se le podría imponer una tercera condena a cadena perpetua. Este es probablemente el último caso sobre su pasado que llega a los tribunales.
En el momento del ataque de 1974, Ramírez Sánchez tenía 24 años y ya se había unido a la organización Frente Popular para la Liberación de Palestina, pero aún no había alcanzado notoriedad.
Cuando los policías llegaron, encontraron un centro comercial con todas las ventanas destrozadas, múltiples manchas de sangre y un agujero en la losa de mármol de la planta baja donde cayó la granada. Los dos hombres que murieron fueron alcanzados por metralla que les perforaron órganos vitales y les causaron hemorragias internas, según los documentos judiciales.
Ramírez Sánchez ha negado su participación en el atentado. Su abogada y novia de hace mucho tiempo, Isabelle Coutant-Peyre, afirma que ninguno de los testigos del restaurante Drugstore Publicis describió a un hombre que se asemejara a su novio y que todo el caso fue inventado.
El caso se demoró en llegar a los tribunales porque en un primer momento se cerró por falta de pruebas. Más tarde, tras la detención y encarcelamiento de Carlos en Francia, el proceso se reabrió.
Sus abogados han objetado desde hace tiempo que se realice este proceso judicial, bajo el argumento que el ataque ocurrió hace mucho tiempo y que no cambiará nada para Carlos, quien ya pasará el resto de sus días tras las rejas.
"¿Qué necesidad hay de realizar este juicio?", preguntó Coutant-Peyre, quien se casó con Carlos en el 2001. "Es un juicio inútil".
Sin embargo, el asunto da tranquilidad a personas relacionadas con las víctimas del atentado. "Las partes civiles exigen justicia", declaró Georges Holleaux, abogado de las viudas de los dos hombres que perdieron la vida en el atentado y de otras partes civiles en el caso.
El fiscal Remi Crosson du Cormier arguyó que el juicio mantiene su relevancia hoy día. "La democracia tiene dos enemigos principales, el totalitarismo y el terrorismo", afirmó. El fiscal dejó entrever que Carlos figura entre "quienes amenazan la democracia con sus acciones".