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Cheree Morrison estaba cerca de una remota playa de Nueva Zelanda cuando escuchó suspiros suaves y chillidos en la penumbra. Al amanecer del viernes, se dio cuenta de la magnitud de la carnicería: más de 400 ballenas habían encallado.
Unas 275 de las ballenas piloto ya habían muerto cuando Morrison y dos colegas las encontraron en Farewell Spit, en la punta de la Isla Sur.
En cuestión de horas, centenares de agricultores, turistas y adolescentes se apresuraban para mantener vivas a unas 140 ballenas, en algo que las autoridades describieron como el peor encallamiento de estos mamíferos que hayan visto.
Morrison, una escritora y editora de revista, tropezó con las ballenas después de hacer un viaje antes del amanecer acompañado de un fotógrafo y un guía para capturar el resplandor rojo del sol.
"Podías oír el ruido de salpicaduras, tratando de aclarar sus respiraderos, sus suspiros", dijo. "Con los jóvenes fue lo peor. Llorando es la única manera de describirlo".
Los voluntarios formaron una cadena humana en la playa en un intento desesperado por salvar a decenas de ballenas.
Los cadáveres de ballenas adultas y jóvenes estaban esparcidos a lo largo de cientos de metros, en algunas partes con tres o cuatro de ellas amontonadas hacia el interior del mar. Voluntarios con trajes de neopreno y baldes en mano trabajaban para mantener con vida a las sobrevivientes, varadas en un área que al perecer confunde a las ballenas y ha sido escenario de varios encallamientos masivos.
Kath Inwood, agente comunitaria del Departamento de Conservación, afirmó que aproximadamente 300 voluntarios habían llegado a la playa para apoyar a los trabajadores de la agencia.
Ellos han reflotado a algunas de las ballenas al llegar la marea alta, afirmó Inwood y formaron una cadena para tratar de evitar que nadaran a la orilla nuevamente. Otras permanecían vivas, pero encalladas.
"Puede ser realmente bastante angustiante ver tantas ballenas muertas", comentó la agente. "La gente tiene que ser fuerte y manejar eso y luego continuar con lo que se necesita hacer".
Agregó que los voluntarios estaban manteniendo a las ballenas sobrevivientes húmedas y frías colocándoles mantas encima y mojándolas con baldes llenos de agua.
La marea alta permitió a los voluntarios su única oportunidad del día para ayudar a algunas ballenas. Si los animales encallaran nuevamente, los voluntarios tendrían que esperar hasta la siguiente marea alta el sábado.
Inwood dijo que la mayoría de los años ocurren encallamientos de ballenas en Farewell Spit, pero que la magnitud del de esta ocasión ha sido impactante. Afirmó que agricultores y otros residentes locales estaban ayudando y que también estaba llegando gente de otras partes del país.
ml