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Washington.— El Congreso de Estados Unidos, dominado por los republicanos, comenzó ayer con tropiezos su primera sesión de la era Donald Trump, luego de que la Cámara de Representantes tuviera que dar marcha atrás en una decisión de minar un órgano de ética.
Con la llegada al poder de Donald Trump el 20 de enero, los republicanos controlarán la Casa Blanca y el Congreso por primera vez desde 2007, y ya estaban haciendo planes para activar su agenda de rebaja de impuestos, derogar el Obamacare (la reforma sanitaria de Barack Obama) y desmantelar una serie de regulaciones financieras y ambientales.
Pero el momento se vio opacado por la inesperada decisión tomada por los republicanos de la Cámara de Representantes, en una reunión a puerta cerrada en la noche del lunes, para debilitar la Oficina de Ética del Congreso (OCE), órgano independiente a cargo de investigar acusaciones contra los legisladores.
Encabezados por el legislador de Virginia Bob Goodlatte, los legisladores pretendían acabar con la “excesiva intrusión” de la OCE y colocar a la entidad, ahora independiente, bajo la jurisdicción del Comité de Ética de la Cámara Baja, acusado en el pasado de ignorar acusaciones creíbles contra congresistas.
Trump, que hizo campaña con la promesa de “drenar la ciénaga” e introducir reformas éticas en Washing-
ton, externó su inconformidad. “Con todo lo que el Congreso tiene que hacer, ¿realmente debía hacer del debilitamiento de este Supervisor Independiente de Ética, por más injusto que sea, su primera medida y prioridad?”, preguntó a través de su cuenta de Twitter. “¡Concéntrense en la reforma tributaria, en el sistema público de la salud y otras cosas mucho más importantes!”, añadió.
El tuit de Trump provocó una reunión de emergencia de los republicanos, que sofocaron la rebelión y lograron que la polémica propuesta fuera retirada de un paquete de medidas que se votó ayer, y que incluyó una iniciativa para acabar con la reforma sanitaria que debe ser votada en los comités del Congreso antes del 27 de enero.
El líder de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, reelegido ayer, aseguró que la oficina de ética seguiría siendo independiente y que “la Cámara Baja exigirá a sus miembros cumplir con los más altos estándares éticos”. La polémica agrió lo que debería haber sido un día de celebración para los conservadores, que tomaron posesión de sus escaños en el Congreso después de haber conseguido mantener su mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes en las elecciones de noviembre pasado.
El vicepresidente de EU, Joseph Biden, que ejerce como presidente del Senado, se encargó de tomar el juramento ayer a 34 nuevos senadores.
Ryan presidió la toma de posesión de los legisladores de la Cámara Baja, donde los republicanos tienen una amplia mayoría con 241 de los 435 escaños. En su discurso, Ryan hizo un llamado a la unidad y a no desaprovechar “la oportunidad única” de que los republicanos sean mayoría en ambas cámaras. “Es el tipo de cosas con las que sueña la mayoría de nosotros”, dijo. “La gente nos ofreció un gobierno unificado y no fue porque se sentían generosos, sino porque querían resultados. ¿Cómo podríamos tener la conciencia tranquila si los decepcionamos?”, apuntó, y prometió respetar los derechos de la minoría en el Congreso.
En el Senado, donde los republicanos tienen mayoría con 52 contra 48 demócratas, el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, mantuvo su puesto y el nuevo líder de la minoría, el senador Charles Schumer, advirtió que EU no puede darse el lujo de tener “una presidencia de Twitter”, red que suele usar Trump.
Clinton y Bush, presentes. La oficina de la ex candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, anunció ayer mismo que ella y su marido, el ex presidente Bill Clinton, asistirán a la toma de posesión de Trump el 20 de enero. También estarán presentes el ex mandatario George W. Bush y su esposa Laura.