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Nueva York.— La nueva embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas (ONU), Nikki Haley, se estrenó ayer en el organismo con una amenaza: “Para aquellos que no nos apoyan, estamos anotando nombres”.
“Hay un nuevo Estados Unidos en la ONU... Van a haber cambios en la forma en que trabajamos”, aseguró Haley, en una clara ruptura con las políticas de las administraciones estadounidenses de los últimos años.
Frente a la cooperación y el diálogo que, al menos en público, defendía habitualmente el gobierno de Barack Obama, los Estados Unidos de Trump quieren “demostrar” su “fuerza” en la ONU. “Es momento de la fuerza, de la acción, de hacer cosas”, dijo Haley, quien habló poco más de un minuto sin aceptar preguntas y que repitió en varias ocasiones esos mismos conceptos.
Según dijo, Washington va a apoyar a sus aliados, pero también va a asegurarse de que tiene el respaldo de esos países y actuar si eso no ocurre. “Para aquellos que no nos apoyen, vamos a anotar nombres. Nos aseguraremos de responder a eso adecuadamente”, advirtió.
Haley, quien durante su audiencia ante el Senado destacó por un tono moderado en comparación con el de Trump y otros miembros de su gabinete, pareció optar en su estreno por abrazar la retórica del magnate neoyorquino. “Éste es un momento de una mirada fresca, de una nueva fuerza, de una nueva visión”, insistió, momentos antes de presentar sus credenciales al secretario general, António Guterres, con quien además mantuvo una primera reunión.
La nueva representante estadounidense llega a la ONU en un momento de gran incertidumbre, precisamente por los planes que Trump puede tener para el organismo, del cual el mandatario ha sido un feroz crítico, diciendo que Naciones Unidas no es más que “un club de gente para reunirse, hablar y pasárselo bien”.
Según varios medios estadounidenses, la Casa Blanca está preparando ya medidas que podrían reducir de manera drástica el apoyo de EU a la ONU. En concreto, la administración ha redactado una orden ejecutiva que prevé recortes de al menos 40% en las contribuciones voluntarias de Estados Unidos a varias agencias y organismos internacionales, según un borrador que adelantó esta semana The New York Times.
La orden incluye muchas otras medidas como cortar toda financiación a agencias de la ONU que tengan a Palestina como miembro de pleno derecho o que apoyen programas que financien abortos, entre otros criterios.
De ser aprobada, podría suponer un durísimo golpe para la ONU, que tiene en EU al principal contribuyente a su presupuesto.
Ayer, Haley dijo que tiene el encargo de analizar a fondo el funcionamiento de la organización y tomar medidas. “Todo lo que funcione, lo vamos a mejorar; lo que no funcione, vamos a tratar de arreglarlo, y cualquier cosa que parezca obsoleta o no necesaria, vamos a acabar con ella”, aseguró.
El Partido Republicano defiende desde hace años un distanciamiento de la ONU, que para muchos conservadores estadounidenses es un órgano ineficaz y que a menudo actúa en contra de los intereses del país.
Esa animadversión ha vuelto a ganar fuerza en las últimas semanas a raíz de que el Consejo de Seguridad aprobó una resolución condenando la política israelí de asentamientos, algo a lo que Trump se oponía frontalmente y que salió adelante gracias a la abstención de EU, aún bajo gobierno de Obama. La ONU ha pedido a la nueva administración mantener su compromiso internacional.