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La Habana.— Puede no ser tan famoso como el Colón habanero, pero el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba es conocido por ser la necrópolis de los próceres y mártires cubanos y, a partir del domingo, también será la última morada de Fidel Castro, quien reposará junto al héroe nacional de la isla, José Martí.
En 1979, la necrópolis fue declarada Monumento Nacional y, por el valor patrimonial de sus esculturas, lápidas y panteones, algunos expertos consideran que es un museo a cielo abierto.
Se decidió colocar las cenizas de Fidel a pocos metros de los restos de Martí, del que Castro siempre se confesó ferviente seguidor y cuyo mausoleo está protegido por una guardia de honor que se renueva cada media hora.
Poco se sabe de la que será la tumba de Fidel, al contrario de la de su hermano Raúl, de quien se ha informado que a su muerte será enterrado junto a su esposa Vilma Espín, en el mausoleo del Segundo Frente guerrillero, que dirigiera el menor de los Castro.
Bautizado con el nombre de una santa de raza negra —como la mayoría de los que viven en la ciudad—, el camposanto está entre los más antiguos de la isla y fue inaugurado en febrero de 1868, al noroeste de la urbe santiaguera.
Además de guardar los restos de los lugareños, Santa Ifigenia es reconocido por ser el lugar donde reposan un alto número de próceres y luchadores en las gestas independentistas cubanas contra el dominio español y mártires de la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista. Sobresalen las tumbas del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, iniciador de la Guerra de los 10 Años (1868-1878) contra España y el Titán de Bronce, Antonio Maceo, figura clave de esta y de la Guerra Necesaria (1895-1898).
Varios compañeros de Fidel han sido enterrados allí, muchos de ellos participantes en el asalto al santiaguero Cuartel Moncada.
Además, Santa Ifigenia resalta por las obras de arte que adornan las tumbas de luchadores y patricios santiagueros, entre ellos el rico magnate ronero Emilio Bacardí, quien yace dentro de una pirámide de mármol negro. Si se sigue el Sendero de los Trovadores, se encuentran lápidas con nombres de la música como el del creador del Son, Pepe Sánchez; Miguel Matamoros, Ñico Saquito y el famoso Compay Segundo.