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Bruselas.— Todo parece indicar que el ex primer ministro, François Fillon, será el candidato de la derecha republicana encargado de plantarle cara a la líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, en las presidenciales de 2017.
Si bien aún debe imponerse en la segunda vuelta —este domingo 27 de noviembre— al otro finalista, el ex primer ministro Alain Juppé, la ventaja exhibida en las primarias lo coloca como el indiscutible favorito para disputar el Palacio del Elíseo.
“Las matemáticas están claramente a favor de Fillon, tiene más de 40% de los votos, una dinámica electoral muy positiva y debido a que la segunda vuelta es en días, no da tiempo a Juppé para encontrar un nuevo discurso, una estrategia que le permita revertir el déficit intrínseco que tiene”, dice a EL UNIVERSAL Gaspard Estrada, politólogo de la Universidad de Sciences Po de París.
El domingo pasado el ex presidente Nicolas Sarkozy, uno de los favoritos de la contienda y quien se quedó en el camino, dio su espaldarazo a Fillon, asegurando que “es quien mejor entiende los retos de Francia”.
Entre 2007 y 2012 fue premier bajo la presidencia de Sarkozy y, según ha declarado, no fueron sus años más felices. Bajo la figura “del patrón” siempre estuvo a la sombra, no pasó de ser un empleado más. Sin embargo, cuatro años más tarde, la revancha ha sido dulce. El que fuera parlamentario bajo la presidencia de François Mitterrand (1981), no sólo asestó en las urnas una humillante derrota a su antiguo jefe, sino que puso fin a su carrera política.
La clave: haberse convertido en el “anti-Sarkozy”. Fillon logró dar respuesta a las aspiraciones de los franceses que votaron en las primarias de la derecha. Los electores querían quitar del camino a Sarkozy, quien no pudo renovar su discurso y trató de atraer electorado apropiándose de mensajes propios del Frente Nacional de Marine Le Pen. Al mismo tiempo, buscaban un candidato con un discurso fuerte en términos económicos y sociales y con capacidad de derrotar a Le Pen.
Si bien las encuestas se han equivocado en consultas y elecciones celebradas desde el año pasado en Israel, Reino Unido, Grecia, Colombia y Estados Unidos, todo apunta a que la disputa por el control de la República será entre la derecha y la ultraderecha.
“Su principal cualidad es la consistencia política. A pesar de haber sido durante cinco años primer ministro con Sarkozy y por ende, corresponsable de la política de este presidente, ha logrado diferenciarse, venderse y dar una imagen de renovación de una oferta política”, sostiene Estrada. “El voto masivo recibido en las primarias manifestó que Fillon representa la esperanza de la derecha francesa. Queda por ver si durante la campaña logra encarnar esa diferencia, a pesar de haber sido premier con Sarkozy”.
El programa económico de Fillon es liberal para estándares galos. El admirador de la dama de hierro, la ex premier británica Margaret Thatcher, propone acabar con el límite legal de 35 horas laborales por semana, beneficiar fiscalmente a las empresas, retrasar la edad de jubilación actualmente en 65 años, recortar las ayudas sociales y desaparecer 500 mil puestos de funcionarios del Estado.
Estrada considera que las propuestas radicales de Fillon buscan ser una respuesta al descrédito de la élite política y al reclamo de los inconformes, quienes buscan alternativas al “establishment”; de allí el gran momento que vive el Frente Nacional.
Pero en el plano de los valores es ortodoxo. No es partidario del aborto, de los matrimonios gay ni del derecho a adopción por parte de los homosexuales. Esta posición le ha permitido ganar el apoyo de los católicos tradicionales.
A nivel internacional, inquieta en algunos sectores su cercanía con el presidente ruso Vladimir Putin. Al igual que el Frente Nacional, es favorable a poner fin a las sanciones de la Unión Europea a Rusia por la anexión unilateral de la península ucraniana de Crimea.