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El alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, prometió proteger a los inmigrantes de la deportación, incluso si esto significa desafiar las políticas del presidente electo Donald Trump.
Desde hace más de 30 años, Chicago ha sido una ciudad santuario, donde las leyes locales prohíben que los trabajadores del gobierno y los agentes de policía pregunten sobre el estatus migratorio de los residentes, y el alcalde prometió que dicha tradición seguiría.
“A todos aquellos que, después de las elecciones están muy nerviosos y llenos de ansiedad, ustedes están seguros en Chicago, y ustedes son apoyados en Chicago”, enfatizó Emanuel en un evento realizado el lunes con grupos y activistas defensores de los derechos de los inmigrantes.
“Chicago siempre será una ciudad santuario (...) las administraciones pueden cambiar, pero nuestros valores y principios, en lo que se refiere a la inclusión, no”, aseguró.
Su postura se suma a la de otras ciudades con alcaldes demócratas como Bill de Blasio, en Nueva York, y Ed Murray, en Seattle, quienes han salido a tranquilizar a la población preocupada por los planes de Trump.
“Seattle siempre ha sido una ciudad hospitalaria. Lo último que quiero es que empecemos a entregar a nuestros vecinos”, expresó Murray.
En Providence, Rhode Island, el alcalde Jorge Elorza, hijo de inmigrantes guatemaltecos, también aseguró que mantendrá la política de no retener a personas acusadas por infracciones civiles a nombre de agentes federales de inmigración.
Durante su campaña, Trump prometió “poner fin a las ciudades santuario” y dijo que aquellas “que se nieguen a cooperar con las autoridades federales no recibirán dólares de los contribuyentes”.