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A sus 32 años, Isabella Sanroque ha pasado más de un tercio de su vida —desde 2004— como combatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En el ocaso de más de 12 años en guerra, sueña que en un futuro cercano, sin miedo y con total libertad, caminará por su natal Bogotá, reencontrará a parientes y amistades, regresará a las aulas universitarias y formará una familia en paz.
“Tengo un deseo inmenso de recorrer las calles” capitalinas, dijo la joven colombiana desde un campamento del Bloque comandante Jorge Suárez Briceño, en el oriente de Colombia, en entrevista con EL UNIVERSAL vía redes sociales.
Originaria de Usaquén, comunidad del nororiente de Bogotá, Sanroque era estudiante universitaria de Ciencias Sociales antes de entrar a la guerrilla. En 2014 y 2015 integró la comitiva de las FARC en las gestiones de paz en Cuba y ahora ansía reinsertarse a la sociedad.
La expectativa real de pacificación se acrecentó luego de que las FARC y el gobierno colombiano firmaron un nuevo acuerdo el sábado pasado en Cuba, para poner fin a una guerra que lleva más de 52 años. Un primer acuerdo de paz, que fue signado con bombo y platillo el 26 de septiembre pasado en Cartagena de Indias, fue rechazado en el plebiscito del 2 de octubre, cuando una mayoría de colombianos votó “no” y obligó a renegociar los acuerdos.
¿Qué ocurre actualmente en los campamentos?
—Somos gestores de paz y pensamos en nuestra reincorporación [a la sociedad]. Como ya no estamos en guerra, las tareas en los campamentos están dirigidas a prepararnos para salir a la sociedad a aportar en la ejecución del acuerdo. Es un gran número de combatientes, todos los días, llenos de ilusiones, de esperanzas, de salir con espíritu absoluto de reconciliación y, sobre todo, porque vemos muchas necesidades [sociales].
¿Cuál es ahora el ánimo de los guerrilleros?
—Venimos de mucho sacrificio, esfuerzo, en 52 años de lucha y enfrentando lo que es vivir las bombas encima, vivir la muerte de seres queridos, de camaradas y de un esfuerzo físico que refleja una altísima moral que nos ha dado temple para aportar. Por eso estamos tan optimistas y esperanzados con el proceso.
¿Cómo se prepara para reencontrarse con su familia?
—Desde lo humano, puedo contar que es muy bonito y hace parte de los preparativos de reconciliación y reincorporación de los guerrilleros, al reencontrarse a los familiares. Pero también desde lo humano puedo contar el sueño de tener una vida en función del desarrollo del país. Es muy bonito y es de las cosas más emotivas que hemos vivido últimamente.
¿Sueña con caminar en paz y libertad por las calles de Bogotá?
—Sí. Añoro a mi ciudad natal, así sea de clima frío, medio caótica con la movilidad. Tengo un deseo inmenso de recorrer las calles de Bogotá. Mis deseos son los de volver a estar con la gente, visitar escenarios culturales, ver a mi familia. Esas son las cosas que añoro.
¿Cómo piensa que será una nueva vida en paz?
—Construir una familia, pero primero dedicarme a las tareas que me dé el movimiento político que va a surgir [cuando las FARC pasen a partido legal]. Esa es una prioridad personal y colectiva y de ahí en adelante, lo que sea. Pero esas son las expectativas en un nuevo momento para nuestro país, en democracia y de posibilidades de no tener riesgo de que atenten contra la vida de nosotros. Me imagino que en esas condiciones hay mucha facilidad para pensar en tener una familia.