Más Información
INE aprueba ampliación presupuestal de 9.2 mdp; se destinará para comprar chalecos en elecciones del Poder Judicial
Sheinbaum anuncia obras de infraestructura en Nayarit; destaca puente que irá de Bahía de Banderas a Puerto Vallarta y un acueducto
Detienen a presunto jefe de célula delictiva allegada a Los Chapitos; se encargaba de narcomenudeo y compra-venta de armamento
“¡Arráncate, Coalcomán!”; así fue la campaña de Anavel Ávila, presuntamente ligada al “Mencho”, para Movimiento Ciudadano
Presupuesto para programas sociales está asegurado en la Constitución: Ariadna Montiel; destaca que se benefician a 320 mil nayaritas
Sheinbaum anuncia construcción de Farmacias del Bienestar en 2025; asegura habrá medicamentos gratuitos para personas vulnerables
El presidente francés, François Hollande, cree que Francia tiene "un problema con el islam", porque quiere ocupar el espacio público, al tiempo que considera que hay demasiada inmigración en su país.
Así se desprende de las confesiones que el jefe del Estado ha hecho a lo largo de su mandato a dos periodistas del diario Le Monde, Gérard Davet y Fabrice Lhomme, que las publican mañana en un libro con el título "Un président ne dévrait pas dire ça..." ("Un presidente no debería decir eso...").
"Hay un problema con el islam, porque pide lugares de culto, ser reconocido. No es el islam lo que provoca el problema en el sentido de que sea una religión peligrosa, sino porque quiere ser reconocida como una religión en la República", indica Hollande.
"La mujer con velo de hoy será la Marianne (la representación femenina de la República en el ideario francés) de mañana. Porque si somos capaces de ofrecerle condiciones para expresarse, se liberará de su velo y se convertirá en una francesa, religiosa si quiere, capaz de ser portadora de un ideal", añade el presidente.
Hollande reconoce que "hay demasiadas llegadas" de inmigrantes a Francia, personas "que no tendrían que estar" en el país.
Pero rechaza que la identidad francesa, uno de los temas preferidos de la extrema derecha y, en particular, de su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy, deba ser defendida por la izquierda.
"La izquierda no puede ganar con el tema de la identidad, pero puede perder", señala.
A lo largo del libro, queda en evidencia el rencor que Hollande guarda a Sarkozy, a quien califica de "pequeño De Gaulle", de "conejo de Duracell, siempre agitado", obsesionado por el dinero y de quien detesta "su grosería, su crueldad, su cinismo".
"No distingue lo posible de lo imposible, lo legal de lo ilegal, lo decente de lo indecente. ¿Por qué tiene este vicio por el dinero? Se rodea de gente con dinero. El dinero, siempre pensando en el dinero", comenta.
Tampoco se olvida de señalar los problemas de Sarkozy con la Justicia, su imputación por la posible financiación ilegal de su campaña en 2012, la investigación por presuntas presiones a un juez o sobre la eventual financiación por parte del régimen libio de Muamar el Gadafi.
De su campo político, alaba a su primer ministro, Manuel Valls, por su "lealtad absoluta", y lo considera su heredero.
Sobre su vida privada, el presidente asegura que "el peor momento del mandato" fue cuando rompió con Valerie Trierweiler, su pareja cuando llegó al Elíseo.
Atribuye su distanciamiento a los celos que tenía Trierweiler de Ségolène Royal, la madre de sus cuatro hijos. "Es la que mejor me conoce", "de la que me siento más cercano", asegura Hollande sobre quien fuera su pareja durante muchos años y que es su ministra de Ecología.
"La obsesión de Valèrie no era Julie (Gayet) u otra. Era Ségolène", asegura el presidente.
Sobre su actual pareja, la actriz Julie Gayet, el presidente asegura que su relación comenzó a principios de 2013 y que se ven "menos regularmente" de lo que les gustaría.
"Es una mujer bella", dice Hollande sobre Gayet, al tiempo que confiesa que sufre por no oficializar la relación entre ambos, aunque ella se lo pide. En cualquier caso, no tiene previsto hacerlo incluso en el caso de ser reelegido en las presidenciales del año próximo.
pmba