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El presidente turco se comprometió el domingo a "destruir a los terroristas" después de meses de ataques por todo el país y reiteró su alegato de que un niño suicida fue el responsable de la explosión ocurrida el pasado fin de semana, que dejó al menos 54 muertos en el sureste del país.
Durante un mitin en Gaziantep, donde ocurrió el ataque suicida durante una boda, el presidente Recep Tayyip Erdogan dijo que los "terroristas" están siendo "detenidos uno por uno" por las fuerzas de seguridad turcas.
"Todos serán eliminados como una célula de cáncer", dijo ante una muchedumbre de simpatizantes. "Los encontraremos y los castigaremos".
La semana pasada, Erdogan dijo que un niño de unos 12 o 14 años fue el atacante suicida, pero el primer ministro Binali Yildirim dijo después que el gobierno todavía trataba de identificar al atacante y que la investigación seguía su curso. El domingo, el presidente reiteró su alegato sin decir si es que estaba basando en el resultado de la investigación.
"Los terroristas han usado a un niño de 14 años como atacante suicida y para derramar sangre, matar gente", dijo. "En este ataque murieron 54 de nuestros ciudadanos, entre ellos 34 niños".
Las autoridades han responsabilizado al grupo Estado Islámico por el ataque, pero ni esa organización ni otros grupos de milicianos han reivindicado el ataque.
Erdogan repitió que el Parlamento del país decidirá si es que volverá a restablecer la pena de muerte, a raíz del fallido golpe de Estado del 15 de julio, que dejó al menos 270 muertos. Eso ha desatado una ola de críticas por parte de organizaciones pro derechos humanos en Turquía y Occidente.
"Mi país quiere la pena de muerte", dijo. "Esa es la decisión de la Gran Asamblea Nacional de Turquía".
Turquía ha enviado tanques al otro lado de la frontera con Siria tras semanas de ataques con muertos perpetrados por el Partido de los Trabajadores del Curdistán (PKK) y el Estado Islámico. La decisión busca impulsar tanto la lucha contra el grupo Estado Islámico como frenar el avance de grupos sirios curdos.
Por la mañana, insurgentes curdos lanzaron una granada propulsada por cohete contra un aeropuerto civil en el sureste de Turquía, que apenas causó daños materiales, dijeron funcionarios y la agencia de noticias estatal turca.
El objetivo de los rebeldes vinculados al PKK era un retén de la policía en el aeropuerto de Diyarbakir, explicó la agencia Anadolu. Los pasajeros fueron puestos a salvo tras el ataque y los vuelos retomaron la normalidad tras una breve pausa durante la investigación policial.
Las ventanas de la entrada para pasajeros VIP quedaron dañadas, explicó la oficina del gobernador de Diyarbakir, agregando que hay una operación en marcha para dar con los autores del incidente.
La violencia entre PKK y fuerzas de seguridad se reactivó el año pasado tras el fracaso en julio de un frágil proceso de paz de dos años. Desde entonces, más de 600 agentes de seguridad turcos y miles de insurgentes del grupo fueron asesinados, apuntó Anadolu. Grupos de derechos sostienen que los enfrentamientos se cobraron la vida de cientos de civiles.
En otro ataque, cinco guardias civiles de una localidad resultaron heridos el domingo en la provincial de Siirt, en el sureste del país, cuando una camioneta chocó contra un artefacto explosivo improvisado colocado en una carretera, según reportó Anadolu, culpando al PKK del incidente.
Un suicida curdo estrelló un camión cargado de explosivos contra un puesto de control próximo a una comisaría en el sureste del país el viernes, matando a al menos 11 policías turcos e hiriendo a otras 78 personas.
jlcg