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De los 54 países de África, 34 mantienen leyes que criminalizan la homosexualidad, según ILGA, la asociación de referencia en la defensa de los derechos de las minorías sexuales. El Pew Research Center coincide: África es “uniformemente antigay”. En países como Nigeria, 98% de los ciudadanos cree que no se debería aceptar la homosexualidad. Sólo en Sudáfrica hay matrimonio gay.
“La situación del continente es muy dura. Muchas leyes persiguen a los homosexuales y hay luchas por acceder a la libertad de expresión y la de organización”, explica Marc Serena. Mediante un trabajo de campo en 20 países, este periodista elaboró un “atlas” de la homosexualidad en el continente, titulado ¡Esto no es africano! De El Cairo a Ciudad del Cabo a través de los amores perdidos. Serena apunta que la ley no es el único baremo de libertad.
“Ahí tienes Sudáfrica, con una legislación tan avanzada como la de Europa occidental, pero en donde la homofobia es más dura que en muchos países africanos, con leyes más restrictivas. Por ejemplo, con las ‘violaciones correctivas’ a lesbianas negras en barrios pobres (...) o mediante las extorsiones, en África a mucha gente se le amenaza por su sexualidad”, cuenta.
Es una creencia común en la política europea y americana que dar visibilidad a los problemas ayuda a solucionarlos; no siempre es así en África. “Antes no se hablaba de homosexualidad. Ahora el debate ha generado presión al colectivo. Muchos políticos se han posicionado contra los gays. La prensa está teniendo un papel destructivo porque ve que vende periódicos. Algunos diarios publican listas de homosexuales, elaboradas a partir de chismes, que destrozan la vida de mucha gente”, explica Serena.
En el último año se reportaron arrestos en Camerún, Gambia, Senegal, Malaui y, por supuesto, en el norte de África. Aun así, hay avances. En Botswana, por ejemplo, se legalizaron las asociaciones LGBTTTI, y Mozambique despenalizó la homosexualidad.
Disparidad de criterios. El nepalí Parsu Ram Rai, del colectivo Blue Diamond Society, cree que el activismo es un factor clave para mejorar las condiciones de las minorías sexuales. Nepal es una de las naciones de Asia más avanzadas en el reconocimientos de sus derechos, “resultado de una presión continua, de décadas de trabajo bien dirigido”.
En 2007, tras la caída de la monarquía, la comisión para redactar una Constitución aceptó incluir en ella los derechos de las minorías. Desde 2013, Nepal es uno de los escasos países del mundo que aceptan un género neutro para sus ciudadanos: se puede ser hombre, mujer o una tercera entidad. “Se ha avanzado mucho, pero la ley aún no permite matrimonios del mismo sexo ni ofrece protección al colectivo”, cuenta Parsu Ram Rai.
A diferencia de África, donde el ‘no’ a las minorías sexuales es atronador, en Asia reina la diversidad de enfoques. Las posturas van desde el acoso salvaje impuesto por el Estado Islámico en Siria e Irak a la cota de libertades alcanzada en Vietnam, donde pese a que los gays y transexuales sufren agresiones y rechazo social, se toleran las bodas gay, sin tener valor legal, y donde, al igual que en China, Hong Kong, Indonesia, Japón, Surcorea y Singapur se reconoce el cambio de documentos para quienes completen la cirugía de reasignación sexual. En India, el Tribunal Supremo reconoció el tercer género para los transexuales.
En ningún país asiático es legal el matrimonio homosexual, pero la tendencia es positiva. Japón, Corea y Taiwán avanzan hacia ello, aunque también hay retrocesos, como en Indonesia, que vive una escalada de declaraciones homófobas del gobierno.
Los países que poseen prohibiciones penales son, por lo general, antiguas colonias británicas. De los 53 Estados miembros de la Commonwealth, 40 aún criminalizan los actos homosexuales, una herencia que también marca a las ex colonias británicas de África. Estas leyes rara vez se aplican en las naciones que las conservan, como India, Paquistán. Bangladesh, Singapur o Sri Lanka, pero suscitan gran inseguridad. Por ejemplo, en Malasia el artículo que castiga la sodomía se utilizó para condenar a cinco años de prisión al líder de la oposición Anwar Ibrahim. El uso político de la sexualidad es, igual que en África, uno de los males asiáticos.