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SANTO DOMINGO.- República Dominicana se alista para albergar la primera Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) luego de que América Latina diera un giro ideológico de noviembre de 2015 a mayo de 2016 con las derrotas electorales de los gobiernos izquierdistas de Venezuela, Argentina y Bolivia y el cambio presidencial en Brasil, mientras avanza el deshielo entre Estados Unidos y Cuba y la firma de la paz en Colombia parece inminente.
Con un continente sacudido por las crisis en Venezuela y Brasil y —menos mediáticas— de República Dominicana, Nicaragua y Haití, a la 46 Asamblea General de la OEA llegará un golpeado bloque de países que, en torno a Caracas y sin Cuba en ese organismo, integra la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) y defenderá al gobierno del presidente Nicolás Maduro, acosado por las exigencias de la oposición venezolana de someterse a un referendo para revocar su mandato.
Para el dominicano Manolo Pichardo, diputado al Parlamento Centroamericano, hay un plan de las “fuerzas conservadoras” para “sacar del poder” a los progresistas. “Para lograrlo, toda suerte de travesuras antidemocráticas serían válidas”, como “los golpes” constitucionales, financieros o económicos “con ausencia total de las viejas botas”, dijo Pichardo a EL UNIVERSAL.
La máxima cita de la OEA, del 13 al 15 de este mes, es la primera tras la destitución temporal de Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil por supuestas trampas con cuentas fiscales. El kirchnerismo perdió las elecciones presidenciales de noviembre de 2015 y el chavismo las legislativas de diciembre de ese año, mientras que el oficialismo en Bolivia fracasó en febrero en un referendo para permitir otra postulación de Evo Morales a la presidencia.
“Esta Asamblea debería marcar un punto de inflexión de optimismo democrático”, dijo el costarricense Rándall Arias, director ejecutivo de la (no estatal) Fundación para la Paz y la Democracia (Funpadem), de Costa Rica.
En entrevista con este diario, Arias adujo que “un mensaje fuerte” fue la decisión —repudiada por Maduro— del pasado 31 de mayo del secretario general de la OEA, Luis Almagro, de invocar la Carta Democrática Interamericana para evaluar la “alteración del orden constitucional” en Venezuela, un trámite que podría suspender a Caracas del organismo. La OEA anunció ayer que la gestión de Almagro será debatida el 23 de junio en sesión extraordinaria del Consejo Permanente en Washington.
El mensaje de Almagro, adujo Arias, es “para las otras ‘democracias formales’ o autoritarismos que juegan con las reglas democráticas, como Nicaragua. Esto debe marcar una renovación de la OEA como foro político para promover la democracia en la región, superando la visión de la ‘democracia’ del ALBA para retomar la ruta de esperanza” de la década de 1990, “ojalá sin la amenaza inminente del socialismo del siglo XXI (impulsado por el ALBA) de socavar su institucionalidad”.
Tormentas electorales
En una puja en el estado anfitrión, seis partidos opositores dominicanos denunciarán ante la OEA un “fraude” en los comicios del 15 de mayo pasado en esta nación, en los que se reeligió el presidente Danilo Medina, del centroizquierdista Partido de la Liberación Dominicana.
El fraude, alegaron, es “un grave retroceso democrático” y “amenaza la gobernabilidad democrática” de este país que, además de la isla, comparte inestabilidad con Haití. Aunque esta semana se anunció que las elecciones generales haitianas serán el próximo 9 de octubre y la segunda ronda será el 8 de enero de 2017, Almagro alertó: “Es esencial para Haití volver a tener un gobierno electo”.
Nicaragua, pieza del ALBA, socio de Caracas que siempre desconfía de EU y que en noviembre próximo irá a comicios generales, avanza a un choque interno de desenlace incierto por la imposición del presidente Daniel Ortega de impedir la observación internacional de las elecciones y allanar el camino para su segunda reelección consecutiva y, ahora, indefinida.
Pese a la turbulencia, otros pleitos se aplacan: guerrilla y gobierno de Colombia negocian acabar con más de 50 años de guerra y la normalización de nexos Washington-La Habana, iniciada en diciembre de 2014, prosigue tras la histórica visita en marzo pasado del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a Cuba, el vecino que dejó de ser el principal enemigo continental de la Casa Blanca y que, a 54 años de su expulsión de la OEA por su régimen comunista, rechaza reinsertarse al más importante organismo interamericano.