La profunda crisis venezolana sufrió ayer un súbito agravamiento tras la decisión del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, de invocar la Carta Democrática Interamericana y convocar a una sesión urgente del Consejo Permanente del foro hemisférico para evaluar la “alteración del orden constitucional” en Venezuela y su impacto en el “orden democrático”.

La acción de Almagro, que debe ser sometida a debate continental, es el primer paso de un proceso que podría provocar que Venezuela sea suspendida de participar en el máximo organismo político interamericano. Como requisito previo, el Consejo Permanente de la OEA primero debe emitir recomendaciones que Venezuela debería cumplir para reinsertarse al redil democrático pero que, en caso de desacatar, quedaría expuesta a las sanciones y ser suspendida. Para lograr la suspensión y aplicar las sanciones de la Carta, suscrita en 2001 y que busca defender al sistema democrático, se requiere que sea aprobada por al menos 23 de los 34 países de la OEA.

La crisis de Venezuela “demanda cambios inmediatos en las acciones del Poder Ejecutivo”, porque existe “riesgo” de que caiga “en forma inmediata en una situación de ilegitimidad”, aseguró Almagro en un informe de 132 páginas. El diplomático describió actos del chavismo que, a su juicio, alteran el orden constitucional, como desconocer acciones de la Asamblea Nacional a partir de que en enero pasado, por vía electoral, quedó bajo control de la oposición.

En un anticipo a la decisión del uruguayo, el presidente Nicolás Maduro exigió antenoche: “Fuera la OEA de Venezuela y América”. “No al injerencismo, no a la OEA”, proclamó ante la cúpula militar y otros sectores chavistas, al convocar a “un gran movimiento” en calles, cuarteles, fábricas y universidades para defender “la dignidad y la independencia de la patria”. Al acusar a la OEA de ejecutar una campaña desestabilizadora contra los gobiernos de izquierda de América Latina, recalcó: “Tenemos que ganar esta batalla”.

En una marcha ayer en Caracas, Maduro acusó a Almagro de pedir una intervención externa en Venezuela y le dijo al secretario general que esa “entelequia” de Carta se la puede meter por “donde le quepa”. “A Venezuela nadie le va a aplicar ninguna carta. Quiero llamar a la rebelión popular frente a las amenazas internacionales”, insistió.

La suspensión que dicta la Carta sólo fue aplicada contra Honduras, sancionada por la OEA por el golpe de Estado en 2009 contra el presidente Manuel Zelaya. Aunque el mandatario nunca fue reintegrado a su puesto, Honduras retornó al organismo en 2011 luego de que Zelaya y el gobierno electo en comicios a finales de ese año negociaron la restitución hondureña en la OEA.

La primera vez que se aprobó aplicar la sanción de la Carta fue en abril de 2002, cuando el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, fallecido en 2013, fue derrocado por unas horas y luego restituido en el poder. Venezuela tampoco fue expulsada, ya que los golpistas fallaron en su intentona.

A diferencia de hace 14 años, el trámite ahora es rechazado por el chavismo. Almagro es el primer jerarca de la OEA que pide activar la Carta contra el deseo del gobierno.

Sin ceder. Maduro anunció ayer que demandará al presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, por “traición a la patria” y por usurpar tareas presidenciales al supuestamente pedir una intervención internacional en Venezuela, que sufre la más grave crisis política, social y económica de su historia.

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