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El mulá Ajtar Mansur, al que los servicios de inteligencia afganos dieron por muerto en Pakistán, lideró a los talibanes menos de un año, periodo en el que logró expandir el poder insurgente en Afganistán, pero fue incapaz de superar las divisiones internas.
Hasta entonces jefe militar y “número dos” de los talibanes, Mansur fue elegido líder de los insurgentes en julio de 2015, tras el anuncio de la muerte del mulá Omar Rasul dos años antes en Karachi, Pakistán.
Mansur escondió durante ese tiempo el fallecimiento del mulá Omar a los propios talibanes, a quienes transmitió mensajes supuestamente del líder, cuando en realidad él mismo dirigía a los insurgentes.
Su designación al frente del principal grupo insurgente afgano fue muy discutida dentro de las filas talibanas, en las que se produjo incluso un enfrentamiento militar abierto entre los leales a Mansur y los liderados por el mulá Rasul.
El mulá Mansur se mostró en un principio partidario de las conversaciones de paz con el gobierno afgano, pero después rechazó repetidamente la oferta de Afganistán, Estados Unidos, China y Pakistán a sentarse a la mesa de negociación y buscar una salida política al conflicto.
Nacido hace 48 años en la sureña provincia de Kandahar, Mansur recibió una educación religiosa en la mezquita local y abandonó los estudios cuando era un adolescente para unirse a la lucha contra los soviéticos en 1978, según una biografía difundida por los talibanes.
Tras el fin del conflicto afgano-soviético, se unió a los talibanes en la guerra civil entre grupos muyahidines que luchaban por hacerse por el control del país y durante un año fue prisionero de una facción rival.
Mansur fue ministro de Aviación cuando los talibanes tomaron Kabul y formaron gobierno en 1996, cargo que ocupó hasta la invasión estadounidense que acabó con el régimen insurgente en 2001 por dar cobijo a Osama Bin Laden.