El flamante presidente guatemalteco Jimmy Morales recibió ayer la “bendición” de las fuerzas armadas, que le juraron lealtad y mantenerse subordinados al poder civil, en medio del escándalo desatado por la detención de militares retirados acusados de cometer delitos de lesa humanidad en la guerra que sacudió este país de 1960 a 1996.

En su primer acto oficial tras tomar posesión del gobierno, el jueves, Morales, cuyo partido político, el Frente de Convergencia Nacional (FCN) fue fundado en 2008 por ex oficiales del ejército de Guatemala, recibió el “Bastón de Mando” que le entregó el ministro de Defensa, general de división Williams Mansilla, y que lo acredita como comandante general. Pero en su mensaje, el mandatario eludió hablar de violaciones a los derechos humanos e impunidad.

“Inquieta que, en su discurso [el jueves] de toma de posesión, Morales dejó fuera asuntos de justicia y seguridad, a propósito o por olvido”, alegó la guatemalteca Hellen Mack, directora de la Fundación Myrna Mack, ente no estatal de defensa de los derechos humanos, a EL UNIVERSAL.

Desde la semana anterior están presos 17 de 18 militares acusados por el Ministerio Público (MP) de desapariciones forzadas y delitos de lesa humanidad en la guerra civil, que dejó más de 250 mil muertos y desaparecidos y un legado de impunidad.

“Hay falta de ética en un partido que postula a personas sin idoneidad a cargos de elección popular”, dijo el guatemalteco Nery Rodenas, director ejecutivo de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala. Morales, subrayó, debe mantener “una posición equidistante, sin tomar partido”.

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