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Jerusalén.— Los disturbios y ataques continuaron ayer en Israel y Palestina en una jornada que se inició con un incendio provocado en la Tumba del Patriarca José, en Naplusa, Cisjordania, y que acabó con cinco palestinos muertos, un centenar de heridos y un soldado israelí lesionado en un apuñalamiento.
Durante la madrugada, un amplio grupo de palestinos atacó la Tumba de José con cócteles molotov y bombas incendiarias, provocando un incendio que dañó severamente el complejo antes de ser controlado por las autoridades palestinas. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, instó a los líderes israelíes y palestinos a “rebajar la retórica” para calmar las tensiones en la región y condenó la violencia “contra personas inocentes” que ha dejado más de una treintena de muertos en las últimas semanas.
El ejército israelí dijo que unas 100 personas irrumpieron en la tumba de José, ubicada en la ciudad palestina de Naplusa, e incendiaron algunas partes del santuario antes de que las fuerzas de seguridad palestinas los contuvieran, en una jornada que los palestinos denominaron “día de la ira”.
José era el hijo de Jacob que sirvió al faraón de Egipto y sus restos descansan en ese lugar. Unidades de la policía palestina dispersaron a los manifestantes y apagaron el fuego, pero los daños son considerables, de acuerdo con el reporte de la web ynetnews.com. No hubo heridos.
Acto “irresponsable”. El presidente palestino, Mahmud Abbas, condenó el ataque al santuario, venerado desde hace siglos por judíos, samaritanos, cristianos y musulmanes. Dijo que se trató de un “acto irresponsable” que no refleja sus principios “ni los del islam” y anunció la creación de un comité para investigar los hechos. El ataque también fue condenado por Naciones Unidas (ONU) y la comunidad internacional.
El director general del Ministerio de Exteriores de Israel, Dore Gold, condenó el ataque que, aseguró, “recuerda las acciones de los elementos islamistas más extremistas desde Afganistán a Libia” e indicó que la tumba ha sido incendiada “sólo por ser un lugar donde rezan judíos”.
También insistió en el argumento de que “sólo Israel puede proteger los lugares santos para todas las religiones en Jerusalén”, en referencia a la Explanada de las Mezquitas, sagrada para judíos y musulmanes y que está detrás de la actual ola de violencia.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo estar dispuesto a reunirse con Abbas para ayudar a restaurar la calma.
Tras el ataque a la tumba, manifestantes palestinos lanzaron piedras en la frontera de la Franja de Gaza contra fuerzas israelíes, que dispararon de vuelta y mataron a dos personas, además de herir a muchas más, dijeron funcionarios médicos palestinos.
También hubo disturbios en Ramalá, Hebrón, Belén y Tulkarem.
Horas después del ataque al santuario, un palestino que se hizo pasar por periodista hirió a un soldado israelí con un cuchillo antes de ser abatido a tiros cerca de la ciudad cisjordana de Hebrón, informó el ejército israelí. El atacante iba ataviado con un chaleco y una camiseta que lo identificaban como miembro de la prensa y simulaba ser un fotógrafo, hecho que ha sido condenado por la Asociación de Prensa Extranjera de Jerusalén.
Por la mañana ya había muerto un joven palestino herido de bala durante enfrentamientos con las fuerzas israelíes.
Otro palestino más murió en la aldea cisjordana de Beit Furiq, al este de Naplusa, en choques de jóvenes manifestantes con el ejército israelí.
El jefe de facto del gobierno en Gaza y segundo en la jerarquía del movimiento islamista Hamas, Ismail Haniye, instó de nuevo a la juventud palestina a continuar con lo que denominó “la nueva intifada”.
“La intifada debe ser más violenta para defender Jerusalén y la mezquita de Al-Aqsa”, dijo el dirigente islamista, quien añadió que “el espíritu de la resistencia” debe ser más profundo “para bloquear todos los intentos de extinguir las llamas de la intifada”.
Las protestas de los últimos días, protagonizadas sobre todo por jóvenes palestinos, se dirigen contra los presuntos planes de Israel de cambiar el statu quo entre musulmanes y judíos en la Explanada de las Mezquitas (Monte del Templo para los judíos) en Jerusalén, donde está la mezquita de Al-Aqsa. En este contexto, miles de personas se manifestaron ayer en Ammán y en otras ciudades de Jordania en apoyo a los palestinos y en protesta contra los abusos de Israel en la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén Este.
Preocupado por la nueva oleada de violencia, Obama pidió a los líderes israelí y palestino evitar cualquier declaración que incite a la violencia porque, advirtió, “esto no llevará sino a mayores dificultades y mayor inseguridad”. “Todos deben enfocarse en garantizar que no muera gente inocente”, añadió.
Por lo pronto, Israel se opuso frontalmente a una petición de Palestina para desplegar en Jerusalén este una fuerza internacional que se encargue de gestionar el acceso al lugar y evitar así la violencia.