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La tragedia de Otto Pérez Molina, quien hasta la tarde del jueves era presidente de Guatemala, comenzó con rumores de corrupción por la importación de diversos productos que pagaban menos impuestos de lo que se debía.
Una investigación a cargo de la ONU concluyó que tanto Pérez Molina como Roxana Baldetti, la ex presidenta, recibían sobornos por parte de una red de defraudación aduanera conocida como La Línea. La primera en caer fue ella, quien hace tres meses fue destituida de su cargo para iniciarle un proceso.
Otto Pérez dijo estar limpio, que eran habladurías de sus adversarios. Se pensaba que todo quedaría hasta ahí, con un pez gordo en la cárcel, pero entonces comenzó en las calles un gran movimiento popular que exigió ir más allá y llegar hasta el fondo de todo el escándalo.
Y llegaron hasta las últimas consecuencias: el Congreso le retiró el fuero a Otto, un juez giró una orden de aprehensión contra el presidente de Guatemala, quien antes de pasar su primera noche tras las rejas en una prisión militar, tuvo que renunciar al cargo. Hoy, Alejandro Maldonado es el nuevo presidente.