Ankara.— Abdulá Kurdi lo perdió todo el miércoles. Es el padre de Aylan, el niño ahogado en la península turca de Bodrum, cuya foto ha horrorizado al mundo y ha alertado sobre la emergencia humanitaria en Europa tras la llegada de miles de refugiados, ante la situación de guerra y pobreza en sus países de origen.

Abdulá perdió también a su hijo Galip y a su esposa Reham. Fue rescatado apenas consciente y estalló en lágrimas al salir de una morgue en la ciudad turca de Mugla, donde estaban los cuerpos de su familia. “Teníamos chalecos salvavidas pero el bote se hundió porque varios se levantaron. Yo sostenía la mano de mi mujer. Pero mis hijos se me resbalaron de las manos”, dijo a la prensa.

Durante el trayecto, Abdulá cuenta que el agua comenzó a entrar a los botes y en su desesperación la gente se puso de pie provocando el volcamiento. “Yo estaba sosteniendo a los dos cuando el bote volcó. Pero una ola alta primero mató a mi hijo mayor, Galip, y luego otra se llevó a mi hijo menor, Aylan”, agregó llorando.

“Estaba oscuro y todo el mundo gritaba (...) Intenté nadar hasta la costa siguiendo las luces, pero no pude encontrar a mi mujer y a mis hijos una vez en tierra”, narró desconsolado.

Kos está a cinco kilómetros de la península de Bodrum. En días claros, pareciera como si se pudiera nadar desde Turquía a Grecia. La familia de Aylan pagó unos 4 mil euros a los traficantes, señaló el padre del pequeño. Algunos de los refugiados salieron en botes inflables, muchos sobrecargados. Kurdi dijo que dos veces pagó a traficantes de personas para que lo llevaran con su familia a Grecia, pero sin éxito.

La familia kurda quería huir a Canadá, donde vive Teema Kurdi, una tía de Aylan. Pero Aylan ni siquiera llegó a Europa, su viaje terminó a un paso de la Unión Europea.

“Mis chicos eran los niños más hermosos del mundo, maravillosos. Me despiertan todas las mañanas para jugar. Ahora ya no están”, lamenta.

La tía culpó al gobierno canadiense “y al mundo entero” de la muerte de sus familiares. Y en una conferencia de prensa explicó cómo intentó patrocinar a la familia para que fueran aceptados como refugiados por el gobierno canadiense, pero le rechazó la petición de refugio por “un documento”.

Las críticas le han llovido a Canadá por ello, pero niega haber recibido una solicitud de refugio para dicha familia. Incluso el premier canadiense, Stephen Harper, salió a decir que “nuestro país tiene el sistema de refugio e inmigración más generoso del mundo”.

Demasiado tarde ya, el padre de Aylan dice que recibió una oferta del gobierno canadiense para vivir allá, pero él ya no la quiere: “Voy a llevarme los cuerpos (de su familia) primero a Suruç (Turquía) y luego a la ciudad siria de Kobane. Pasaré el resto de mi vida allí”.

“Se me heló la sangre”. La fotógrafa turca Nilüfer Demir, quien tomó las fotografías del niño sirio, relató que “cuando vi al niño de tres años, Aylan Kurdi, realmente se me heló la sangre. En ese momento ya no se podía hacer nada. Estaba tirado en el suelo, sin vida, con sus pantalones cortos azules y su camiseta roja subida casi hasta la mitad del vientre. Lo único que podía hacer era tratar de que su grito, el de su cuerpo tirado en el suelo, fuera escuchado.

“Entonces pensé que sólo podría lograrlo presionando el disparador de la cámara. Y en ese momento tomé la foto. Después me acerqué a su hermano Galip que estaba 100 metros más allá sobre el suelo. En ninguno de sus cuerpos, tampoco en el de Rehan (la madre), que estaba tirada a otros 150 metros de distancia de Galip, podían encontrarse chalecos salvavidas o algo que les hubiera permitido flotar”, agregó.

Por ahora, el padre de Aylan dice que lo único que quiere es “sentarme junto a la tumba de mis hijos y mi esposa, y descansar”. Con información de agencias

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