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Aunque no lo pareció, las elecciones celebradas ayer en Cataluña fueron autonómicas. Es decir, se eligieron a los 135 diputados que conformarán el Parlamento catalán.
Y dado que ganó la candidatura Juntos por el Sí, será su candidato, Artur Mas, el que se someterá a la votación de investidura como presidente. La Candidatura de Unidad Popular (CUP), una organización política asamblearia, de izquierdas, que se declara anticapitalista y euroescéptica, anunció durante la campaña electoral que no apoyaría a Mas. Así que cumplirá su palabra y Mas no logrará ser investido presidente en la primera votación en la que necesita la mayoría absoluta.
Sin embargo, en la segunda bastará para que la CUP y algún otro partido se abstengan para que Mas sea elegido presidente por mayoría simple y pueda empezar su hoja de ruta hacia la independencia.
Al analizar los resultados de ayer, la primera lectura que se hace es que es obvio que Mas no tiene legitimidad para seguir con su proyecto independentista en una comunidad autónoma en la que más de la mayoría de los ciudadanos no quieren dejar de pertenecer a España.
Sin embargo, lo que no se puede negar es que en estas elecciones, en las que ha habido un récord de participación con 77%, un 48% de los electores han votado a favor de partidos que por primera vez llevaban en sus programas electorales la independencia. Cuando hace 10 años el porcentaje de votos de quienes defendían la separación de España eran mucho menor.
Pero los comicios también han demostrado por encima de todo no sólo que la sociedad catalana está divida en dos bloques [separatistas y unionistas] y que dentro de esos dos también están muy divididos [independentistas, federalistas...], sino que son muchos los catalanes que no están de acuerdo con el sistema autonómico en el que viven. Que son muchos los que quieren la independencia, son algunos los que apuestan por la vía federal, y una gran mayoría defiende que se celebre un referéndum sobre la independencia.
¿Y por qué cada vez son más los que defienden la celebración de un referéndum? Por la imposibilidad de hacerlo. El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, lleva años plantado en un inmovilismo que no le ha hecho más que perder votos. Lleva años diciendo no a la independencia, negándose a que se celebre un referéndum sobre el tema y rechazando cualquier diálogo con Mas.
Es hora de que cambie de actitud y permita que los catalanes voten. Y si para ello es necesario que modifique la Constitución, pues que la cambie. En Cataluña son mayoría los que quieren votar. Pero como se demostró ayer, también son mayoría los que votarían en contra de la independencia.
jram