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Una familia de refugiados procedente de Siria y acogida aquí gracias al llamado del Papa Francisco a abrir conventos y parroquias, ya fue acomodada en un departamento del Vaticano.
Según informó la Limosnería Pontificia, el organismo que coordina acciones de caridad a nombre del obispo de Roma, la familia (originaria de Damasco y perteneciente al rito greco-melquita) está compuesta por padre, madre y dos hijos.
“Inmediatamente se ha iniciado el procedimiento para la solicitud de protección internacional. Con base en la ley en los primeros seis meses de la presentación de la solicitud de asilo los solicitantes no pueden trabajar”, explicó una nota.
Agregó que en este periodo serán asistidos y acompañados por la comunidad de la parroquia Santa Ana, que se encuentra justo a unos metros del ingreso del mismo nombre al Vaticano y que tiene jurisdicción no sólo sobre territorio pontificio sino también sobre territorio italiano.
Se trata del mismo templo donde el Papa Francisco celebró la primera misa pública de su pontificado, que decidió compartirla con los fieles que normalmente asisten allí.
El Vaticano aclaró que hasta tanto la autoridad civil no reconozca el estatus de refugiados a los integrantes de la familia no se pueden dar otras informaciones y por ello solicitó a los periodistas abstenerse de buscarlos para entrevistarlos.
El 6 de septiembre pasado Jorge Mario Bergoglio instó a los fieles de toda Europa a recibir al menos a una familia de refugiados por parroquia y anticipó que también en el Vaticano se iban a acoger a quienes huyen de la guerra en Siria e Irak.
Ese mismo día ingresaron en Italia los cuatro sirios que ahora viven a pocos pasos de la Plaza de San Pedro. Durante el rezo del Angelus aquel domingo el pontífice había anticipado que serían dos parroquias las que acogerían familias en territorio pontificio.
Una es Santa Ana, que ya proveyó y a hora falta que la Basílica de San Pedro haga lo propio. Al respecto la Limosnería aclaró: “No podemos dar noticia alguna hasta la conclusión de los necesarios procedimientos” .
También recordó que desde hace muchos años los Papas aportan económicamente para pagar los impuestos que cuestan las solicitudes de los permisos de legal estancia en Italia para diversos refugiados, no sólo sirios e iraquíes.
El trámite se cumplimenta a través del Centro Astalli, una casa administrada por los jesuitas y que cada día da de comer a migrantes y sin techo. En el año 2014 el Vaticano aportó 50 mil euros (unos 57 mil dólares) para este rubro.
Desde hace algunos días el Vaticano puso a disposición una moderna unidad móvil sanitaria, que normalmente está reservada a las actividades del Papa, para que atienda a refugiados en los centros de acogida –también no regulares- situados en las periferias de la ciudad de Roma.
jram